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Una mujer sujeta en brazos a un niño cerca del lugar donde se ha producido la masacre. / Douglas Healey (Afp)
«Con la mirada de un padre»
ANÁLISIS

«Con la mirada de un padre»

El presidente Obama sigue los acontecimientos de Connecticut impresionado por la magnitud de la tragedia

ENRIQUE VÁZQUEZ

Miércoles, 10 de abril 2013, 20:44

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El presidente Obama dijo que seguía los hechos impresionado y "con la mirada de un padre", según su portavoz Jay Carney, para describir la conmoción causada por la muerte de 18 niños y bastantes adultos adultos en un tiroteo en su escuela primaria de Newtown (Connecticut) hace unas horas.

A solo unos cien kilómetros de Nueva York y muy a primera hora de la mañana uno, o tal vez dos, tiradores abrieron fuego en el interior del establecimiento, sin que se conozcan sus razones y causaron la matanza. Al menos uno de los autores, que tendría alguna clase de relación con el centro, ha muerto también, no se sabe cómo, y hay un detenido, según fuentes locales.

El trágico suceso reabrirá, pero solo por algunas horas, las de la emoción y los funerales, el pretendido debate sobre qué hacer con el fenómeno, estrictamente norteamericano, de posesión masiva por los particulares de armas de fuego de todas clases, incluidos potentes rifles automáticos muy mortíferos.

Casi la mitad de los norteamericanos tiene un arma de fuego en su casa y 35 personas mueren cada día por disparos, pero esta sombría estadística no altera la tenaz opinión de que debe prevalecer el derecho a poseer armas sobre la obligación de los poderes públicos de limitarlo. La sangre vertida cada año en incidentes como el de hoy no es bastante para alterar el criterio que prevalece históricamente.

Relevancia constitucional

En Europa se comprende muy bien, entre otras cosas porque el parlamento británico, que es un poco la referencia histórica para todo el continente con la apoteosis del liberalismo, lo dispuso así nada menos que a finales del siglo XVIII justamente cuando no lo hizo para sus entonces 'trece Colonias' americanas, que serían muy poco después, ya independizadas, el fundamento de los Estados Unidos.

La Constitución norteamericana, de cuya utilidad no se puede dudar, no vaciló en añadir en seguida la célebre segunda enmienda que consagra el derecho de los ciudadanos a portar armas y no, como podría suponerse, para garantizar su seguridad, sino en nombre de la sacrosanta libertad: tal vez podría ser preciso organizarse un día contra poderes oficiales, el ejército regular incluido, decididos a atropellar las libertades y, entonces, podría ser útil crear "una milicia" que dispusiera de armas y supiera manejarlas.

Enseñada en las escuelas y socialmente sacralizada, la Constitución, pues, es el primer asunto que habría que revisar, es decir, "enmendar la enmienda", para cambiar el rumbo de las cosas. No hay todavía ambiente social para eso ni siquiera con el auge del progresismo demócrata, generalmente percibido como más proclive a examinar la cuestión.

La iniciativa Clinton

Un demócrata pragmático típico, Bill Clinton, sabedor de que ilustres antecesores suyos, nada menos que un Thomas Jefferson o un James Madison, habían defendido ardorosamente el derecho de los contribuyentes a poseer armas de fuego, solo pudo poner en marcha un programa limitado de desarme popular.

Así, en 1994, consiguió la aprobación parlamentaria de una legislación limitada, pero útil y muy indicativa de un cierto cambio de humor del público sobre el particular, que vetaba la compra de determinados tipos de armas, sobre todo los rifles automáticos asimilables al equipo militar, por diez años. Pasó el tiempo y cuando, bajo Bush, terminó la década, nadie pidió prorrogarla.

Esto no es estrictamente de derecha o de izquierda. Obama no hizo la menor alusión a cambios en su programa electoral y cuando en agosto se produjo el terrible tiroteo en Colorado con doce muertos, él y Romney hicieron prácticamente lo mismo: mostrarse conmovidos y seguir la campaña pocas horas después.

Y ahora, y no es un reproche, lo mismo: dolor y seguimiento de la tragedia con la mirada de un padre.

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