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Morsi con la nueva Constitución. / Archivo
Morsi se siente seguro
análisis

Morsi se siente seguro

Es imposible confirmar si hay o no connivencia con las fuerzas armadas pero el presidente egipcio ha reconocido bien el terreno antes de correr riesgos excesivos

ENRIQUE VÁZQUEZ

Domingo, 9 de diciembre 2012, 21:15

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Técnicamente hablando, el presidente de la República de Egipto, el islamista Mohamed Morsi, cumplió la promesa hecha al borde de la medianoche de ayer y esta mañana entró en vigor una nueva Declaración Constitucional que da por abolida la del 22 de noviembre, por la que se autoatribuyó poderes extraordinarios.

Pero, bien leída y bien examinado de cerca el complejo contexto en el que se desarrollan vertiginosamente los acontecimientos políticos en El Cairo, se puede creer que hay pocos cambios reales, aunque muchas versiones oficiosas sugieren que hay pactos tácitos que no están en el breve texto de 18 líneas y cinco puntos.

Formalmente ha sido abolido el decreto de noviembre y, con él, el dibujo de aparente dictador, que no pudo evitar ni siquiera la reiterada aclaración de que las previsiones de la ley eran transitorias y desaparecerían con la aprobación de la Constitución y la normalización política.

Ominoso precedente

En esta anotación, que curiosamente pasó poco menos que inadvertida, estaba el centro de la cuestión: el presidente intentaba evitar lo que parecía seguro hacia el 20 de noviembre: que el poder judicial, con atribuciones para hacerlo, disolviera la Asamblea Constituyente que había redactado casi al cien por cien la nueva Carta Magna.

Es forzoso reconocer que sus aprensiones tenían fundamento: el mismo poder judicial, en gran parte e inevitablemente hecho con los nombramientos del antiguo régimen, el del depuesto presidente Mubarak, había cancelado impávido nada menos que las elecciones legislativas que en enero pasado dieron a las corrientes islamistas (tres partidos, incluyendo los radicales salafíes de al-Nur y, en su coalición, la Gamaa Islamiya) una mayoría de más del 70 por ciento en la cámara baja.

Morsi había ganó después, en junio, la elección presidencial por un margen mucho más reducido (42 por ciento contra 38 para el general Ahmed Shafik en números redondos) y se hizo una reputación internacional cuando, de un plumazo, cesó al ministro de Defensa y jefe de estado de facto al frente de la Junta Militar tras la caída de Mubarak. Y con él al Estado Mayor: había tomado realmente el poder o eso creía: el poder judicial, por imperativo legal remanente de la vieja situación, podía disolver la Asamblea Constituyente

Una clásica pugna por el poder

Es evidente que la coalición liberal-izquierdista-mubarakista que de hecho se opone ahora tenazmente y con cierto éxito a Morsi, habría aceptado sin rechistar el fin de los constituyentes, una situación jurídica que seguiría atando las manos del presidente. Este, invocando la misma legalidad heredada por todos emitió una declaración constitucional tan válida como las que antes emitieron, sin objeción alguna, los militares, numerándolas con su conocido gusto por el orden y los detalles.

De hecho, ahora se reitera el procedimiento: Morsi revoca el decreto de naturaleza presidencial-constitucional y, por tanto, su punto seis, el más discutido porque precisaba su inmunidad ante todo eventual asalto legal del poder judicial pero el nuevo reitera que las nuevas disposiciones siguen siendo inatacables, aunque se precisa que si la Constitución es rechazada el próximo domingo habrá de crearse otra asamblea constituyente por elección directa que si es lo que parece, (por el público) podría dar una coloración islamista mucho mayor que la vigente.

Un observador cairota nos dijo esta mañana que hay rumores según los cuales, aunque no figure en los textos porque no pueden figurar, el presidente habría prometido que tras el referéndum podrían negociarse enmiendas constitucionales que serían añadidas al texto.

Y, además han ocurrido un par de cosas que pesan sobre el escenario: la declaración de los militares advirtiendo del peligro social del enfrentamiento, neutral, prudente y patriótica pero que ha sido juzgada como discretamente pro-presidente por el prurito de legalidad; y, otra, la entrada en liza del discretísimo Guía de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badíe, quien hizo saber en tono militante que no es aceptable que te roben lo que el pueblo te ha dado con sus votos y galvanizó a la poderosa Hermandad.

Conclusiones provisionales

Así las cosas parece probable que incluso si el presidente no recurre a la Ley marcial para garantizar su celebración, habrá referéndum el domingo, aunque no está muy claro quien contará y validará el resultado, y después Morsi según lo prometido revocará todos los decretos conflictivos cuando se sienta seguro.

El personaje, en todo caso, ha resultado correoso y casi ha conseguido dividir a la oposición. Es de subrayar que la reunión de ayer no fue exactamente con la oposición, sino con personalidades políticas y sociales de relieve, unas 40, unas de partidos (representando al liberal Ghad o el islamista muy moderado Al Wasat) y otras con su propio peso específico, como el muy influyente imam del Azhar, la autoridad sunní más elevada del Estado, sheik Muhammad Ahmed al-Tayeb.

Es imposible confirmar si hay o no alguna connivencia con las fuerzas armadas (es oficial que Morsi ha hablado con el ministro de Defensa, el general Abdul Fattah al-Sisi, bien conocido y apreciado en Washington) pero sí se puede escribir que el presidente ha reconocido bien el terreno antes de correr riesgos excesivos y que tal vez prevalecerá. En esta hipótesis debía pensar ayer el muy acreditado politólogo egipcio y profesor adjunto en Harvard Tarek Massud cuando ayer, preguntado, dijo que él cree que la decisión de la oposición de no acudir a negociar con Morsi ha sido un trágico error"...

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