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Imagen de archivo de Kim Schmitz, el fundador de Megaupload.
Schmitz: Excentricidad al cuadrado
cierre de megaupload

Schmitz: Excentricidad al cuadrado

El fundador de Megaupload cuenta en su historial con varias condenas por uso de información privilegiada o malversación de fondos, entre otras

MICHAEL MCLOUGHLIN

Viernes, 1 de febrero 2013, 11:49

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La de Kim Schmitz (Alemania, 1974) es una figura singular. Es un pirata informático con rasgos de empresario que ha acabado por integrar esa raza de multimillonarios que llevan incrustada la excentricidad en su código genético. No es extraño encontrar en Internet, volando de un lado para otro, un puñado de imágenes en las que el fundador de Megaupload aparece posando junto a lujosos yates, sumergiendo su ingente humanidad en un jacuzzi escoltado por una botella de champán o exprimiendo el acelerador de un coche de lujo vetado para el común de los mortales. Simplemente, Schmitz no pasa desapercibido para nadie. Simplemente es un personaje pintoresco. A pesar de que se empeñe en adornar todas sus acciones con una expresión que reintenta el tópico de 'poner cara de no haber roto en plato en tu vida', este informático alemán cuenta con un largo historial que compila condenas en los tribunales y capítulos personales bajo el mismo denominador común: el poso de incredulidad que queda al conocer los detalles de su existencia.

Su currículum comienza a forjarse cuando en su Alemania natal, con apenas veinte años, es condenado a un año de cárcel por fraude informático, tras ser arrestado por comercializar con tarjetas bancarias robadas. Por esa época, en 1994, fundó la compañía DataSecurity, la que sería la primera aventura de un turbia carrera empresarial. Cinco años más tarde, cuando las conexiones portátiles a Internet era una utopía en comparación con la tecnología actual, puso sobre la mesa junto a la empresa IVM Engineering, un dispositivo por el cual los coches de Mercedes-Benz podían acceder a la Red. Sin embargo, este chispazo de genialidad parece quedar sepultado por un sinfín de movimiento públicos impregnados por la esencia del escándalo.

En el año 2002, con la Bolsa como escenario, este 'hacker' logró lo que viene a ser un 'pelotazo' de manual. Se hizo con 'LetsBuyIt.com', una empresa que hasta ese momento navegaba de forma inequívoca hacia la bancarrota. Inyectó en las arcas de la compañía poco más de 350.000 dólares, algo que, según sus intenciones, era un simple aperitivo a una inversión multimillonaria que nunca llegaría. Sin embargo, con estas promesas el valor de las acciones se catapultó hasta multiplicar por tres su valor. Schmitz se apresuró a vender sus participaciones, ganó millón y medio de dólares y desapareció del organigrama de la empresa a la que supuestamente iba a salvar de la suspensión de pagos, que acabó quebrando meses después. Por este y otras acciones empresariales de dudosa legalidad, fue detenido en Bangkok ese mismo año y deportado a Alemania, donde sería condenado a pagar una multa de 100.000 euros y casi dos años de cárcel por uso de información privilegiada. No es la última sentencia que se dictó en su contra, puesto que tan solo un año después, volvió a hacer frente a una acusación por malversación de fondos. Sin embargo, y a pesar de las reiteradas condenas, este 'hacker' siempre ha conseguido esquivar la obligación de ingresar en prisión.

Yates, jets...y una recompensa por Bin Laden

Pero todos estos pufos parecen quedar eclipsado por las múltiples extravagancias que adornan su historia personal. Fanático de lujos como los jets, coches de lujo, yates y fiestas de una magnitud superior a los festejos patronales de muchos pueblos españoles, lo que se cuenta de él parece caminar a caballo entre la realidad y la leyenda urbana que tiende a construirse alrededor de personajes de este calibre. Entre sus más célebres capítulos, Kim Schmitz , también conocido como 'Kim Dotcom', llegó a ofrecer una recompensa para el que capturase a Bin Laden.

Sin embargo, la imagen más vista de Schmitz es en la que, vestido de riguroso negro como suele acostumbrar, se le ve participando a toda velocidad en 'Gumball 3.000', un rally de coches de alta gama que consiguió ganar en 2001. Solo la inscripción cuesta más de 20.000 dólares. Lo curioso de esta competición, en la que han participado gente como Damon Hill o Matthew McConaughey, es que transcurre por autopistas públicas europeas, con lo que dar esquinazo a las patrullas de tráfico se convierte en un aliciente más de la carrera.

Eligió Nueva Zelanda para dar esquinazo a los escándalos y las pesquisas policiales, que no dejaban de escudriñarle a la espera de que cometiese el enésimo de sus delitos. Consiguió cambiar el nombre y mantenerse oculto bajo un pasaporte falso con el que se hacía pasar por ciudadano finlandés. Sin embargo, Schmitz fue víctima de su propia adicción por el lujo.

Hace dos años, un programa de la televisión de aquel país realizó una investigación sobre su figura después de que hubiese adquirido la mansión más grande de la isla. Una compra que terminó con el plan del informático alemán, que acabó siendo descubierto. Esto ocasionó, entre otras cosas, que se desatasen las investigaciones del FBI, que tras 24 largos meses, culminaron con el pasado jueves con el operativo que supuso la detención del alemán y algunos de sus más estrechos colaboradores al frente del universo Megaupload y el resto de páginas que lo componen.

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