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Una imagen del papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. / Foto: Efe | Vídeo: Atlas
Benedicto XVI proclama beato a Juan Pablo II
beatificación

Benedicto XVI proclama beato a Juan Pablo II

Un millón de fieles asiste en la plaza de San Pedro a la imponente ceremonia por Karol Wojtyla, el primer pontífice de la era global, fallecido hace solo seis años

AGENCIAS

Sábado, 14 de mayo 2011, 11:27

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Benedicto XVI ha proclamado beato a su predecesor, Juan Pablo II, ante alrededor de un millón de personas congregadas en la Plaza de San Pedro y que ocupaban también la Vía de la Conciliación y las calles adyacentes, según estimaciones del Vaticano. Se convierte así en el décimo papa beato proclamado por la Iglesia católica y el primero proclamado por su inmediato predecesor en los últimos 1.000 años.

La ceremonia ha comenzado con una procesión encabezada por Benedicto XVI desde la derecha de la Basílica y posteriormente, el Vicario para la diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini ha recordado la biografía del Papa polaco, a la cual los peregrinos han respondido con grandes aplausos, sobre todo cuando se ha referido a las Jornadas Mundiales de la Juventud y la relación de Juan Pablo II con los jóvenes. El cardenal Vallini ha sido el encargado de pedir oficialmente a Benedicto XVI incluir a Juan Pablo II en la lista de los beatos de la Iglesia Católica.

Tras dar el Papa su permiso, poco después de las 10.30 horas, se ha descubierto el tapiz que muestra una imagen de Juan Pablo II realizada por un fotógrafo polaco, mientras se cantaba el himno del beato, inspirado en las palabras de Karol Wojtyla "Abrid las puertas a Cristo", pronunciadas el 22 de octubre de 1978 en la ceremonia de inicio de su Pontificado. Posteriormente, la hermana Marie Simon Pierre, cuya curación del Párkinson permitió la beatificación de Juan Pablo II, junto con la religiosa polaca Sor Tobiana, superiora de la comunidad que cuidó durante 27 años el apartamento papal, han llevado al altar el relicario de plata que contiene la ampolla con una muestra de sangre del Papa polaco.

"Con la fuerza de un gigante"

Durante la homolía, Benedicto XVI ha recordado que "hace seis años" los cristianos se encontraban en la Plaza de San Pedro para celebrar los funerales de Juan Pablo II y que, ése día, "el dolor por la pérdida era profundo, pero más grande todavía era el sentido de una inmensa gracia que envolvía a Roma y al mundo entero". "El día esperado ha llegado pronto porque así lo ha querido el Señor. Juan Pablo II ya es beato", ha dicho con emoción.

La frase ha sido respondida con multitud de aplausos y vítores de los cientos de miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro y las calles adyacentes. Poco antes, el Pontífice subrayaba que "ya aquel día", el 8 de abril de 2005, se percibía "el perfume de su santidad" y que "el pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él". En este sentido, ha subrayado que, por eso, ha querido que, "respetando debidamente la normativa de la Iglesia", la causa de su beatificación "procediera con razonable rapidez".

Ante muchos peregrinos de nacionalidad polaca, también ha recalcado que "con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos" y también "ayudó a no tener miedo a la verdad, porque la verdad es garantía de la libertad". "Nos devolvió la fuerza de creer en Cristo", ha destacado.

Benedicto XVI ha subrayado que "aquello que el Papa recién elegido pedía a todos" aquél 22 de octubre de 1978, cuando pronunció las palabras "No temáis, abrid las puertas a Cristo" él mismo "lo llevó a cabo en primera persona". Así, el Pontífice ha destacado que el Papa polaco abrió "la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos" a Cristo "con la fuerza de un gigante". Asimismo, Benedicto XVI, que fue durante años uno de los grandes colaboradores de Juan Pablo II, ha agradecido a Dios "por la experiencia personal que le concedió, de colaborar durante mucho tiempo" con el Papa polaco. "Ya antes había tenido ocasión de conocerlo y estimarlo, pero desde 1982, cuando me llamó a Roma como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona", ha añadido el Pontífice.

Ejemplo de oración

Benedicto XVI ha puntualizado que "la profundidad espiritual y de sus intuiciones sostenían su servicio". El Pontífice ha reconocido que siempre le ha impresionado y edificado "el ejemplo de su oración" porque Karol Wojtyla "se sumergía en el encuentro con Dios, aún en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio". Después el Papa ha recordado los últimos años de enfermedad de Juan Pablo II y ha declarado que Dios "le fue despojando lentamente de todo" y ha destacado que "su profunda humildad" le permitió "dar al mundo un mensaje más elocuente, precisamente cuando sus fuerzas físicas iban disminuyendo".

Según ha precisado el Papa, el mensaje principal de Karol Wojtyla fue que "el hombre es el camino de la Iglesia y Cristo es el camino del hombre" y que "con este mensaje, Juan Pablo II introdujo al pueblo de Dios a atravesar el umbral del Tercer Milenio, que gracias precisamente a Cristo, él pudo llamar umbral de la esperanza". Asimismo, el Papa ha afirmado que Juan Pablo II invirtió "la carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la ideología del progreso" y "la reivindicó legítimamente para el cristianismo, restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo".

El Papa ha recordado que el beato Juan Pablo II dedicó a la Divina Misericordia este domingo, el segundo de Pascua, y que "por ello se eligió esta fecha para la celebración de hoy" porque su predecesor "entregó el espíritu a Dios precisamente en la tarde de la vigilia de esta fiesta". Además, el Pontífice ha destacado que este domingo "es también el primer día del mes de mayo, el mes de María y es también la memoria de San José Obrero". En opinión de Benedicto XVI, estos tres elementos "contribuyen a enriquecer la oración" y ayudan a los cristianos "que todavía peregrinan en el espacio y en el tiempo".

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