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El Ciudad Real rompe el sueño copero del Valladolid
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El Ciudad Real rompe el sueño copero del Valladolid

El Cuatro Rayas no ha podido confirmar su condición de sorpresa en el torneo

MIGUEL ÁNGEL PINDADO

Lunes, 11 de abril 2011, 01:47

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La realidad se impuso a los sueños. El Ciudad Real, durante muchos años el mejor equipo del mundo, se llevó con todo merecimiento el título de campeón de la Copa del Rey. El Cuatro Rayas se tuvo que conformar con acompañarle en la entrega de trofeos, ya que tan solo durante treinta minutos la Copa tuvo color vallisoletano. Después la llama amarilla comenzó a apagarse, a disolverse en su propio fuego, ese que tanto quemó a los azulgrana el sábado. Y los campeones no perdonan. En un abrir y cerrar de ojos, el equipo de Talant Dujsebaev se colocó con tres, cuatro y cinco goles arriba. Ahí se acabó el partido. El sueño duró 35 minutos. Y el despertar fue amargo porque al Cuatro Rayas Valladolid solo le funcionaba el corazón. Ni las piernas ni el cerebro respondían a la exigencia de medirse a los mejores del mundo. Y los manchegos, depredadores de títulos, sentenciaron. No se conformaron con mantener su ventaja. Asestaron un golpe tras otro, como si no estuvieran ya hartos de títulos mientras el Cuatro Rayas asistía impotente, incapaz y destrozado físicamente al expolio de sus paupérrimas fuerzas y argumentos para seguir en el terreno de juego. A ambos equipos la segunda mitad se les hizo eterna. A los manchegos porque esperaban con ansiedad su tercer título de la temporada. A los vallisoletanos porque ya habían renunciado por completo a cualquier atisbo de remontada y tan solo intentaban evitar que la debacle no se reflejase en un marcador cada vez más abultado.

El pitido final fue un alivio. El Cuatro Rayas suspiró mientras su afición, siempre intachable, la mejor de España, coreaba canciones de ánimo a sus chavales. Ellos les habían hecho soñar y para los tiempos que corren ya es bastante.

Y eso que todo comenzó como en el más idílico de los sueños. Con un Cuatro Rayas espectacular, arrollador, vertical, profundo, intenso y por delante en el marcador. El planteamiento de ambos técnicos estaba bien claro desde mucho antes de empezar el partido.

Ambos equipos saltaron a la cancha con defensas 5-1. El Cuatro Rayas con el mismo esquema que ante el Barcelona y los manchegos con Kallman de avanzado. La dificultad era saber cuál de los dos sería capaz de superar la defensa del rival, quien podría desequilibrar el partido. Y ambos equipos recurrieron a los zurdos.

Gurbindo se convirtió en un auténtico estilete. El navarro sufrió como nadie ante los azulgrana. No estaba en el partido, no encontraba su sitio para colaborar con sus compañeros y cuando lo hacían, la falta de entendimiento provocaba errores. Y quizás por ello Gurbindo salió hipermotivado a la cancha de As Travesas. Sus siete goles al descanso hablan por sí solos. Pero mientras el navarro mantenía al Cuatro Rayas por delante en el marcador, el conjunto vallisoletano evidenciaba sus dificultades para crear jugadas. Ni Perales ni Cutura consiguieron poner el orden necesario y hasta en cuatro ocasiones consecutivos los lanzamientos precipitados se fueron lejos del marco de Sterbik. El Ciudad Real aprovechó la ocasión para reducir diferencias de la mano de Lazarov y de Abaló. Sin lugar a dudas era el día de los zurdos.

La igualdad reinaba en el electrónico pero el peso de la primera mitad lo llevó por entero el equipo de Pastor, tanto para lo bueno como para lo malo. Mientras en defensa el Cuatro Rayas mantenía el tipo con solvencia y con un Sierra nuevamente espectacular, forzando que los manchegos no pudieran hacer su balance y defender con sus hombres menos habituales y menso complicados de superar, en ataque faltaba la organización necesaria que asentase el juego y evitase los propios errores. Con todo, al descanso se llegó con un empate a doce goles que hacía albergar esperanzas, de soñar con una nueva hazaña.

Pero el Ciudad Real es mucho equipo. Y en el descanso Talant Dujsebaev debió leer la cartilla a sus hombres. Saltaron a la cancha enchufados en defensa. Paralizaron el juego de Gurbindo y Kallman se convirtió en un muro insalvable. Si a ello le unimos una serie de pérdidas incomprensibles, fruto del cansancio, que los manchegos aprovecharon para contragolpear de manera fulminante se entiende que del empate a doce al descanso se convirtiese en un 16-20 (min. 40) yun 19-28 (min. 50). Solo tres goles en diez minutos para el Cuatro Rayas. La gasolina se había agotado y los de Pastor estaban consumiendo a marchas forzadas la reserva. El técnico vallisoletano vio venir la sangría con tres goles por debajo, pero fue inútil. Nada paraba a la máquina del Ciudad Real y mucho menos un Cuatro Rayas desangrado tras la épica victoria ante el Barcelona veinte horas antes. Al menos al Valladolid le queda el consuelo de un nuevo subcampeonato, y de paso, de asegurarse al menos disputar la Recopa ya que el Ciudad Real jugará el próximo año la Liga de Campeones.

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