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Subir al balcón de Dubrovnik en bici
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Subir al balcón de Dubrovnik en bici

Ascensión en bicicleta al pico Sdrj, en Croacia, un bastión militar con increíbles vistas sobre el Adriático y con una historia guerrera que se remonta a los tiempos de Napoleón

Josu garcía

Viernes, 11 de abril 2014, 18:02

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Las verdaderos locos del pedal no podemos dejar de lado nuestra pasión ni siquiera cuando emprendemos un viaje al extranjero, ya sea por placer o trabajo. Muchos añoraríamos nuestra bicicleta hasta en una paradisiaca isla del Pacífico Sur. Si eres de los nuestros, tranquilo porque no todo está perdido. Siempre se puede encontrar la manera de compatibilizar tu deporte favorito con las vacaciones. Es más, a veces un paseo sobre dos ruedas nos puede brindar una visión distinta y excitante de la destino que visitamos. Es lo que te proponemos con esta excursión a uno de los enclaves más bellos de Croacia

Dubrovnick es una perla blanquecina que se asoma al mar Adriático con majestuosa belleza. Población de rojos tejados y recios muros, la ciudad cuenta con un pelado y amenazante guardián a su espalda. Se trata del monte Srdj (415 metros de altitud). Un pico que guarda una sangrienta historia en sus entrañas. Aquí se libraron encarnizados combates durante la guerra de los Balcanes (1991-1995), aunque la escaramuzas bélicas se remontan a mucho antes, cuando las luchas napoleónicas fracturaron Europa. El pequeño gran general ordenó construir una fortaleza que aún perdura hasta nuestros días.

En realidad, desde que se inventó la artillería, aquel que domina el bastión de Srdj puede bombardear a su antojo a los vecinos de Dubrovnick, cuyas viviendas se presentan desde la cima como pequeñas y frágiles cajitas de cerillas. La excursión nos llevará a conocer el pasado del enclave, pero también sus impresionantes vistas sobre el azul del Mediterráneo.

Alquiler de la bici. Podemos alquilar una bicicleta en la calle Iza Grada o también justo al lado de Dubrovnik Youth Hostel I-3, en la vía Vinka Sagrestana. En ambos casos conviene informarse con anterioridad de la disponibilidad y de las condiciones. En nuestro caso, tomamos prestada una montura de la marca Giant en Iza Grada, justo frente a la muralla. La empresa nos proporcionó casco y un número de teléfono de emergencia. El coste rondó los 25 euros por una tarde. Conviene llevar los repuestos básicos (bomba y cámara) porque si pinchamos fuera del asfalto, no nos vendrán a recoger.

Ascenso. La jornada comienza en los gruesos muros de la propia ciudad vieja de Dubrovnik. La opción más rápida para llegar al monte Srdj es ascender buena parte del recorrido por la carretera general, la que se conoce como autopista del Adriático, pero pedalear por ella es poco recomendable. El tráfico es brutal y su arcén, prácticamente inexistente. Por este motivo, nuestro objetivo será ir ganando altura a través de un barrio residencial que se va encaramando poco a poco a la ladera.

Comenzamos a pedalear por la calle Petra Kresimira IV. La subida no es muy exigente al principio, pero la carretera se va empinando poco a poco. Circulamos entre villas y casas de veraneo. Al de un kilómetro giraremos a la izquierda por la calle Druge Dalmatinske Brigade. Pronto llegaremos a un hermoso mirador, situado en plena carretera general. Disfrutamos de las vistas y cogemos fuerzas para encarar el próximo tramo que es el único que entraña cierto peligro. Giramos 90 grados a la izquierda y tendremos que recorrer 900 metros de la autopista del Adriático (en realidad es una carretera convencional pero con muchísimo trasiego de vehículos). La buena noticia es que el asfalto pica hacia abajo y no hacia arriba. De esta forma podremos hacer estos 900 metros a gran velocidad. Apenas estaremos un par de minutos expuestos a los coches.

Parada en Bosanka. Ya en la vía, tenemos que coger el desvío a Bosanka (el primero hacia la derecha). Aquí nos olvidamos al fin de los automóviles. Apenas nos pasaron un par de turismos en el resto de la ascensión. Pronto llegamos al pueblo de Bosanka, donde se pueden contemplar varios monumentos relacionados con la Guerra de los Balcanes. La huella que dejó el conflicto aquí es visible casi en cada esquina. El lugar es misterioso, porque apenas hay vecinos y cuando uno pedalea por sus calles se remonta a una realidad rural más propia de los años 70 u 80 que del siglo XXI. Las gallinas campan a sus anchas por la aldea. Las tumbas de soldados en zonas ajardinadas añaden un punto de misterio al villorrio.

Vistas excepcionales. Saliendo de la localidad, la subida se empieza a poner seria, pero tampoco nos tiene que preocupar en exceso porque las vistas son excepcionales. Pedaleamos casi al borde del mar y aprovecharemos la reducida velocidad para observar la calma del litoral y llenar nuestros pulmones de aire límpido y salitre. Bajo nuestra mirada vemos pasar los cruceros y barcos que se acercan a una soleada Dubrovnik, una ciudad en plena ebullición. También contemplamos la cercana isla de Lokrum, con los verdes bosques de su zona protegida. Todo un monumento paisajístico y natural. Pronto llegamos a la cima. Allí está el teleférico que hace un par de años se reconstruyó después de haber sido destruido durante el conflicto entre serbios y croatas. Y, justo al lado, se encuentra una gran cruz que sirve de homenaje a los caídos. Emblema que fue arrasado durante la última contienda.

Museo en la fortaleza napoleónia. Finalmente, se puede visitar el museo que recientemente ha abierto sus puertas en la fortaleza napoleónica. El equipamiento cultural está dedicado, como no podía ser de otra forma, a lo que los croatas llaman la gran guerra patria. Explica como se libraron cruentos combates en la zona por dominar el estratégico monte Sdrj y cómo los rojos tejados de Dubrovnik fueron bombardeados una y otra vez. Con todo, los croatas nunca llegaron a perder totalmente el control del decisivo enclave.

Podemos explorar el entorno y tomar algunos de los caminos de tierra que se abren, en función del tiempo que tengamos. El regreso lo haremos por el mismo camino, con una única variación. Al llegar a la autopista del Adriático giraremos a la derecha para descender a Dubrovnik rápidamente, a lo largo de 1,5 kilómetros. De esta forma evitamos encarar los 900 metros anteriores, que esta vez son de subida. Abajo nos espera una buena terraza donde tomarse un aperitivo y, por qué no, una rica cerveza.

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