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Toledo, la mirada del Greco

Toledo, la mirada del Greco

Toledo guarda dentro de sus murallas cien monumentos que son testimonio de su formidable pasado

Guía rpesol

Lunes, 24 de noviembre 2014, 09:51

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Encastillada sobre un cerro granítico, con el Tajo como profundo foso, Toledo guarda dentro de sus murallas cien monumentos que son testimonio de su formidable pasado: villa fortificada en tiempos de los romanos, capital del reino visigodo, taifa poderosa, foco de cultura con Alfonso X el Sabio, la urbe más floreciente de España durante los siglos XIV y XV, ciudad imperial con Carlos I, sede primada Sobre esa montaña de piedras históricas que es Toledo (termas, mezquitas, sinagogas, palacios), hay un hombre sentado delante de un caballete. Es un anciano caballero de cara larga y amojamada, en cuyos ojos brilla (así lo vio Azorín) un fulgor de eternidad. Es el Greco.

Primera mañana: Del Alcázar a la Catedral

9.30 Empezar por todo lo alto

Si hay un edificio fácil de encontrar en Toledo, ése es el Alcázar, porque está en la zona más alta de la ciudad y su mole rectangular se ve desde todas partes. La fortaleza romana, visigoda, árabe y cristiana que Carlos I y Felipe II transformaron en un palacio renacentista ha sufrido tres arrasadores incendios y un asedio no menos devastador durante la Guerra Civil; de modo que es milagroso que el Alcázar haya llegado a viejo y justo que disfrute de su jubilación convertido en un pacífico espacio cultural. Ahora alberga el Museo del Ejército, en cuyas 20 salas se puede ver (y a veces tocar, porque es bastante interactivo) de todo, desde un ordenador para cifrar mensajes hasta armaduras de samurái. Y también la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que atesora una de las colecciones de libros antiguos más valiosas de España, la cual se muestra en la decimonónica sala Borbón-Lorenzana. Además tiene una cafetería con una de las mejores vistas de la ciudad. Podemos desayunar aquí con calma, ver la Biblioteca y luego el Museo del Ejército, porque éste no abre hasta las 11.00.

Si la parafernalia militar no nos seduce y ver libros antiguos, tampoco, al lado está el Museo de Santa Cruz, cuya colección abarca de la prehistoria a las vanguardias, pasando por el Greco, todo ello expuesto bajo los soberbios artesonados del hospital plateresco que diseñó Enrique Egas por encargo del cardenal Mendoza. Y es gratis.

12.00 La campana más gorda

La catedral de Toledo es un majestuoso edificio construido entre 1227 y 1493 que presenta la lógica superposición de estilos habidos a lo largo de esos años. Se levantó sobre una mezquita que, a su vez, ocupaba el lugar de un templo atribuido a Recaredo (finales del siglo VI). Su interior, con cinco naves y 29 capillas, es un museo religioso lleno de tesoros, entre los que destacan el coro y las capillas Mayor y del Sagrario. La sacristía, pintada al fresco por Luca Giordano, fue posteriormente enriquecida con El Expolio y otras 17 obras del Greco, así como con cuadros de Van Eyck, Tiziano, Veláquez, Goya y otros, hasta formar el actual museo catedralicio, que no tiene nada que envidiar a las pinacotecas más renombradas. Más de 750 vidrieras de los siglos XV y XVI iluminan este magno templo, donde el curioso no puede dejar de rendir admirada visita al Transparente churrigueresco, a la sala capitular (siglo XVI) y a la capilla de San Juan o del Tesoro, en la que se halla la enorme custodia de 2,5 metros de altura. En 2011 se abrió nuevamente al público la torre, que había estado cerrada 28 años; allí, después de subir 284 escalones, nos espera la campana Gorda, de 10 metros de circunferencia y 12 de altura, que dicen que es la más grande de la Cristiandad y que cuando sonó por primera vez se rompieron todos los cristales de la ciudad.

Primera tarde: Encuentro con el Greco

14.00 Carcamusas y celebrities

Pegada a la catedral se encuentra Adolfo Colección, una tienda de productos gourmet, vinoteca y tapería donde se degustan exquisitos platillos. En la planta baja, se pueden comprar quesos, aceites, especias, dulces y más de 300 referencias de vino, mientras que en el piso de arriba hay una cocina abierta con vistas al público, donde se picotean especialidades de la zona, versionadas de forma moderna. Si preferimos un tapeo más clásico, nos podemos acercar en tres minutos a Ludeña, en la plaza de la Magdalena, para probar las típicas Carcamusas toledanas (carne guisada con tomate, guisantes y salsa un poco picante), que se inventaron hace más de medio siglo en este bar. Y si queremos sentarnos con tranquilidad delante de una buena mesa, iremos a Adolfo, una casona del siglo XIV bajo cuyo vetusto artesonado se sirven platos como el arroz de caza o la merluza al azafrán. Otra alternativa es Casa Aurelio, que presume de ser la casa de comidas más antigua del casco histórico y de clientela más ilustre: Morgan Freeman, Ray Liotta, Joaquín Sabina, Estopa, Juan Echanove, Elsa Pataki

16.00 Paseos por lo desconocido

Si visitamos la ciudad durante el Corpus Christi, además de una fiesta de Interés Turístico Internacional, tendremos la suerte de poder ver los patios de Toledo, que en estas fechas se abren y compiten por ver cuál es más bello. Al igual que los patios cordobeses, son una herencia árabe, espacios habitados que comparten y cuidan entre todos los vecinos, y que lógicamente no se enseñan fuera de esos días.

Otros espacios que poca gente conoce, porque llevaban décadas (incluso siglos) cerrados, son los que integran las rutas del Patrimonio Desconocido, que organiza el Consorcio de Toledo. Rutas guiadas y gratuitas que nos descubrirán lugares como los baños árabes del Ángel o de Tenerías. También se pueden visitar (con o sin guía) las termas romanas de la plaza Amador de los Ríos y las cuevas de Hércules, de la misma época.

El que no es un desconocido es el obrador Santo Tomé, que lleva elaborando mazapanes desde 1856 en el número 3 de la calle del mismo nombre. Es el sitio idóneo para comprar una caja, o dos, porque además de hacerlos muy ricos, coge de camino (cerca, en todo caso) de los siguientes museos que vamos a visitar.

17.30 Un entierro muy concurrido

Pocos entierros más multitudinarios que el del Señor de Orgaz. Entre el medio centenar de personajes que se apiña en el famoso cuadro del Greco (incluido el pintor) y la muchedumbre que viene a verlo a la iglesia de Santo Tomé, no deben de bajar de mil los asistents, el día que menos. Por suerte, el lienzo es grande: 4,80 x 3,60 metros. Aparte de para sacar a mucha gente conocida, se pintó para dar fe del milagro sucedido durante el sepelio de Don Gonzalo Ruiz de Toledo en 1323, cuando bajaron dos santos, Agustín y Esteban, a enterrarlo. El milagro fue reconocido oficialmente en 1583 y, para celebrarlo, el párroco de Santo Tomé encargó al Greco la pintura que preside la capilla del difunto.

Unas calles más abajo, se halla el Museo del Greco. Renovado entre 2006 y 2011, ya no es más la Casa-museo del Greco, pues nunca fue vivienda del pintor, como muchos visitantes pensaban, sino una recreación efectuada por el marqués de Vega-Inclán, militar, pintor, viajero y mecenas que fundó aquélla en 1911. Ahora es un museo de corte moderno, que enseña bajo una nueva luz las viejas estancias y las obras del Greco y de otros artistas manieristas y barrocos, así como notables piezas decorativas del periodo. Para programar la visita, debemos tener en cuenta que, en invierno, tanto el museo como la iglesia de Santo Tomé cierran antes.

21.00 Copas con vistas al Tajo

Después de andar todo el día por siglos lejanos, apetece volver al presente para cenar en Alfileritos 24. Está situado en pleno centro, en dicha calle y dicho número. Su cocina aúna vanguardia y tradición, tanto en su zona de vinos y tapas como en su restaurante gastronómico. Luego se transforma en un sitio para bailar y tomar copas, frecuentado por público de 30 años para arriba.

Para escuchar música en directo, hay tres lugares muy recomendables: Los Clásicos, antigua Sala Garcilaso; el Círculo del Arte, una iglesia sin culto convertida en club, sala de conciertos y exposiciones, y café para desayunar o tomarlo por la tarde; y la Sala Pícaro, que programa conciertos de jazz y música actual los fines de semana. Para gente de más edad, están Venta del Alma y Caravantes. Y para los más modernos, la Terraza del Miradero, que se encuentra en la zona remodelada por Rafael Moneo, sobre el Palacio de Congresos, con bar de copas y restaurante de rollo muy libre, música variada y tranquila, actuaciones en directo e increíbles vistas al valle del Tajo.

Segunda mañana: Por el Toledo judío

10.00 Sinagoga del Tránsito

Justo detrás del Museo del Greco, donde dimos por concluido nuestro paseo ayer por la tarde, se levanta la Sinagoga del Tránsito, que fue construida durante el reinado de Pedro I, a mediados del siglo XIV, por su tesorero, el poderoso Samuel Leví. Hoy es sede del excepcional Museo Sefardí, divulgador infatigable de la cultura judía: exposiciones, conciertos, congresos, cursos La pieza estelar del museo es la propia sinagoga. Impresionante, la sala de oración, cubierta con una armadura de tradición mudéjar.

11.00 Callejones de la Judería

La Judería de Toledo no tuvo una sola sinagoga. Tuvo diez. Y cinco casas de estudio y palacios como el de Samuel Leví (el actual Museo del Greco) y viviendas para sus casi 4.000 vecinos, además de escuelas, zocos, orfanatos, carnicerías, tiendas, hornos, baños, dos fortalezas y una cerca que abarcaba la décima parte del entramado urbano de Toledo. Aunque mucho de eso se perdió, el tiempo ha respetado el trazado angosto y laberíntico de este barrio lleno de cuestas, travesías, bajadas, plazuelas y callejones sin salida: Verde, San Juan de Dios, Naranjos, Siete Revueltas, Esquivias, Alarife Genuinamente medieval es el sabor de la calle Ángel, con su arco-pasadizo. Y la atmósfera de la calle Judería, que permanece inmune a la plaga de tiendas de souvenirs.

El tiempo ha respetado el trazado angosto y laberíntico de la Judería, llena de cuestas, travesías, bajadas, plazuelas y callejones sin salida

12.00 Santa María la Blanca y el arco del Judío

Entre las calles Judería y Reyes Católicos, se yergue desde principios del siglo XIII la sinagoga de Santa María la Blanca. Es el monumento más bello de la ciudad, con sus arcos de herradura (blancos y livianos como palomas) apoyados sobre 32 columnas octogonales, cada una con su capitel labrado de distinta manera. A menos de 100 metros de esta belleza, en la confluencia de las calles Reyes Católicos y Ángel, nace la travesía del Arquillo, uno de los rincones más sugerentes de la Judería. A esta callejuela se accede a través del arco del Judío (de ladrillo, en forma de herradura), que recuerda las puertas con las que se cerraba el barrio al caer la noche.

13.00 La casi tumba de Isabel y Fernando

Ahí mismo, frente al arco del Judío, está el monasterio de San Juan de los Reyes, bellísimo ejemplo del gótico isabelino, iniciado en 1476, donde Isabel y Fernando pensaban ser enterrados hasta que conquistaron Granada y cambiaron de planes. Aunque la iglesia es magnífica, la supera el claustro, donde se nota la mano de cinceladores moriscos.

Segunda tarde: Una muralla para dar un rodeo

14.00 Comedor tradicional o de vanguardia

Para comer bien en la Judería, tenemos La Perdiz, un clásico toledano cuyas especialidades son las setas confitadas y la perdiz estofada. En el mismo barrio, pero en el polo opuesto, está Maruxiña Lounge, un restaurante urbano, vanguardista, selecto, con bar de tapas, comedor y terraza para cenas y cócteles. Si no nos importa cambiar de zona, podemos ir detrás de la catedral a probar uno de los restaurantes favoritos de los toledanos, Locum: cocina moderna con base tradicional y producto de calidad en una casa del siglo XVII con patio de tres alturas.

16.00 De puerta en puerta

Al final de la calle Reyes Católicos, se encuentra la monumental puerta del Cambrón, la principal de la Judería, abierta en la antiquísima muralla (romana, visigoda y, fundamentalmente, árabe) de Toledo. Para bajar la comida, podemos ir rodeándola hacia la derecha, por el exterior, hasta llegar a la puerta de Alfonso VI y a la vecina de Bisagra, que es la más importante de la ciudad y la más imponente, con sus grandes torreones y su escudo imperial. Entrando por ella y subiendo por la calle Real del Arrabal, enseguida veremos la puerta de Bib-al-Mardum, junto a la mezquita del Cristo de la Lz, una visita también muy recomendable. Poco más arriba, en la calle Carretas, se hallan la puerta del Sol y la de Alarcones. Cuando se iluminan por la noche, éste es un recorrido aún más bonito.

18.00 Una calle de armas tomar

Las tiendas de recuerdos de la calle Comercio están llenas de armas blancas de todas las formas y tamaños, desde alabardas hasta espaditas para pinchar aceitunas, pasando por catanas y estoques de torero. Si queremos algo más práctico, mejor ir a Casa Cuartero, que desde 1920 lleva vendiendo cosas ricas a los toledanos: queso, aceite, vino, cecina de ciervo, chorizo de jabalí, patés de caza, conservas gourmet, mantecados, turrón artesano, arrope, miel

19.30 Puesta de sol y cena en los Cigarrales

Ha llegado la hora de coger el coche, que no lo hemos tocado en dos días, y dirigirnos a la otra orilla del Tajo, la sur, la de los Cigarrales o fincas campestres, donde siempre les gustó relajarse a los grandes prelados, políticos y militares toledanos. Nuestro destino: el Parador de Toledo. Y nuestra intención: contemplar desde su terraza la ciudad, cuando el último sol dora las piedras milenarias y hace sangrar los ladrillos mudéjares. Verla bañándose en la piscina, es otro lujo. Y otro mayor, cenando. También se cena de maravilla y con vistas en La Ermita y en Hierbabuena.

Fuente: Guía Repsol

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