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En el corazón de Normandía

En el corazón de Normandía

Las playas del desembarco han acaparado el protagonismo de una región que ofrece mucho más al unir historia con hermosos paisajes, turismo, gastronomía y un carácter propio

igor garcía

Viernes, 29 de diciembre 2017, 10:24

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El corazón de Normandía tiene nombre de licor, sabor a manzana y olor al salitre del Canal de la Mancha, que baña 120 kilómetros de una costa de grandes mareas y mucha historia que contar. Detrás de las playas del desembarco, el principal reclamo de la zona –cuatro de las cinco se encuentran en este departamento–, existe una región con un patrimonio de excepción siempre dispuesta a darlo a conocer a todo aquel que visite Calvados.

¿Por dónde empezar la visita ante tantas posibilidades? No es una decisión sencilla. Si tomamos como referencia Caen, la capital de la región, el abanico de opciones es de lo más amplio. Hacia la costa oeste nos seducen los nombres de cuatro playas del desembarco –Omaha, Gold Beach, Juno y Sword Beach– se encuentran en Calvados. Si se mira hacia el Este, las grandes localidades-balneario como Cabourg, Houlgate o Deauville destacan entre la oferta de placer, ocio y descanso. Hacia el interior, las rutas de los grandes paisajes desconocidos. El Pays de Auge, con la ruta de la sidra, o la Suiza Normanda, con sus valles que parecen sacados de un cuadro. Y entre medias, como no, sus ciudades cargadas de historia. Falaise es la cuna de Guillermo el Conquistador, que impregna de carácter a toda la región, y Caen, todo un ejemplo de reinvención tras quedar muy seriamente dañada en los bombardeos porteriores al desembarco, en los meses de verano de 1944.

Datos

CALVADOS | FRANCIA

http://www.calvados-tourisme.com;normandie-tourisme.com;caen-tourisme.fr

Nos decantamos por empezar por la costa. Un consejo. Cuidado con el tiempo. En Calvados, un mismo día puede tener muchos días diferentes, en el plano meteorológico. Puede amanecer lloviendo y a las dos horas lucir el sol en un cielo azul, y viceversa. Pero hay algo que se mantiene. El paisaje siempre es hermoso, haga sol o llueva. Es lo que sucede en las playas del desembarco, cuyo dramatismo varía en función del estado del mar y del tiempo. Omaha se lleva el protagonismo por su carga histórica, aunque la primera sensación que se tiene al pisar la lengua de arena fina de más de 8 kilómetros de longitud, y en un día con sol y calma, es que parece irreal que hace 73 años se viviera en el mismo lugar un desembarco sangriento con 3.000 muertes de soldados estadunidenses y 1.200 de alemanes pertenecientes al muro del Atlántico.

Desde Saint Laurent sur mer –nombre real de la localidad donde se sitúa Omaha– podemos ir saltando de playa en playa, aunque la que realmente merece la pena visitar es Gold Beach o Arromanches, donde todavía permanecen en pie los bloques que permitieron la construcción del puerto artificial que se conoce como Mulberry B, una espectacular obra de ingeniería de los aliados en plena operación Overlord cuya historia se puede conocer en el museo del pueblo.

Pero dejemos atrás escenarios bélicos relacionados con aquel 6 de junio de 1944. Porque Calvados es mucho más. Por ejemplo Bayeux. A apenas 15 kilómetros de Arromanches es una pequeña joya de callejuelas, edificios normandos y un famoso tapiz del siglo XI de casi 70 metros que relata la conquista de Inglaterra.

Galería.

A 15 minutos por autopista aparece Caen, una de las tres grandes ciudades normandas junto a Rouen y Le Havre. La importancia de su universidad le confiere un carácter juvenil y dinámico, que se observa en los jardines de su castillo o en las calles peatonales de una ciudad reconstruida en un 80% tras los bombardeos de 1944, durante su liberación. Todo está contado de forma espectácular en el Memorial de Caen, una visita obligada. Pero su historia se remonta mucho más atrás en el tiempo. Dos grandes nombres se unen a ella. Guillermo el Conquistador fue el primer rey de Inglaterra de origen normando, con un reinado que se extendió desde 1066 hasta su muerte en 1087. Está enterrado en la bellísima Abadía de los Hombres. Y François de Malherbe fue el poeta oficial de Enrique IV de Francia. Se puede visitar su casa.

A 20 kilómetros de Caen está el Pays de Auge, o país de la sidra. En Normandía se estima que hay unos diez millones de manzanos, que suponen el 60% de la producción nacional de manzanas para elaborar sidra. Es indispensable probrar la sidra normanda. Y si la acompañamos con un buen queso de la zona, la visita nos puede saber a gloria...

Volvemos a la capital para mirar de nuevo al Canal de la Mancha. Porque el carácter marítimo de Caen es indudable, con el canal que va desde su corazón hasta el mar. De allí, al otro lado de Ouistreham (o Sword Beach), surge una carretera costera que lleva a ciudades balneario que parecen ancladas en el tiempo. Cabourg, con su Gran Hotel donde los cinéfilos pueden recordar la escena final de Intocable, de Olivier Nakache y Éric Toledano. Houlgate es la perla de la Cote Fleurie, y Deauville es el gran centro del turismo normando de alto poder adquisitivo. Solo hay que pasear por el famoso paseo de las planchas, donde aparecen los grandes nombres de los actores que han visitado su festival de cine, para darse cuenta de lo que ofrece. Deauville mima al visitante. Y ofrece sorpresas como la pasión por las carreras de caballos. De hecho, hay dos hipódromos donde compiten los mejores equinos de Francia.

El remate para cerrar el paseo por Calvados está escondido en la desembocadura del Sena –enfrente está Le Havre y la Alta Normandía– pero Honfleur no necesita estar a la vista para llamar la atención. Su viejo puerto de casas coloreadas parece sacado de un cuento. Y su iglesia de madera podría ser declarado sin problemas el edificio más bonito de Calvados. Un aperitivo en uno de los restaurantes del muelle puede ser una gran forma de decir hasta luego al corazón de Normandía.

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