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Vista de la singular catedral de la capital de la isla balear. :: galo martín
La ciudad se abre al Mediterráneo y  se encierra en sus patios. Sus calles desprenden una austera intimidad. Antes que ciudad de vacaciones fue refugio de artistas y escritores

La ciudad se abre al Mediterráneo y se encierra en sus patios. Sus calles desprenden una austera intimidad. Antes que ciudad de vacaciones fue refugio de artistas y escritores

Palma de Mallorca mira hacia dentroISLAS BALEARES

GALO MARTÍN

MALLORCA.

Jueves, 22 de marzo 2018, 00:02

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Desde lo alto de una colina, de algo más de cien metros de altura, el castillo de Bellver, de planta circular, contempla la ciudad. Antaño esta fortaleza repelía a los invasores. Ahora la capital balear es accesible por mar y aire. Palma de Mallorca se acuna en una bahía, rodeada por una muralla romana y renacentista. En uno de sus baluartes se ha acomodado el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, Es Baluard, donde se exhiben pinturas y esculturas de Cezanne, Gauguin, Picasso, Barceló y Miró. Entre las escultura al aire libre hay parejas que se besan, otras discuten o pasean.

El artista catalán Joan Miró y su mujer Pilar pasaron 27 años en la casa taller de Cala Major (muy cerca de Palma, junto a una playa de arena fina y blanca de agua cristalina), obra de su amigo y arquitecto, Josep Lluís Sert. Su diseño hace que resulte moderno incluso hoy. El conjunto, que resalta por los colores primarios que usaba Miró, es una síntesis de la manera en que concebía la arquitectura Sert y con la que se sentía identificado el pintor.

GUÍA

  • Cómo ir

  • uEn avión con Iberia, Air Europa, Vueling, Ryanair y Norwegian. Salidas desde varias ciudades Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga y Santiago de Compostela.

  • Los barcos de Trasmediterránea (www trasmediterranea.es), en los que pueden viajar pasajeros y sus vehículos, zarpan desde Barcelona con destino la ciudad de Palma de Mallorca dos veces al día a la semana, a las 13.00 y a las 23 horas. Los fines de semana una vez, a las 23 horas. Desde Valencia hay una salida todos los días de la semana a las 23 horas.

  • uEn verano habrá una conexión entre Gandía, Ibiza y Palma de Mallorca, con salidas diarias a las 17 horas.

  • Alojamiento

  • uHotel HM Jaime III www hmjaimeiii.com

  • uHostal Cuba www hotelhostalcuba.com Un edificio colonial que mandó construir un vecino del barrio cuando volvió del país caribeño, tras la independencia del país en 1898. Hoy es un hotel de lujo con una preciosa terraza con vistas al puerto

  • Dónde comer

  • uSimply Fosh Carrer de la Missió, 7

  • uRestaurante Aromata c/de la Concepció, 12

  • Más información

  • uFundación Palma Turismo http //palmavirtual.palmademallorca.es/

  • uwww visitpalma.com

Cuna de Miró

El innovador proyecto traduce los mensajes del entorno amoldándose al terreno, al clima, a los materiales (piedra, baldosa y cerámica) y a las propias técnicas de la construcción mediterránea. En la actualidad, ese recinto residencial y de trabajo, y una serie de anexos, son la sede de la Fundación Pilar y Joan Miró que alberga un museo.

Antes que Miró estuvo el arquitecto Antoni Gaudí para reformar el interior de la Catedral de Palma. Edificio gótico en el que también ha dejado su huella el pintor mallorquín Miquel Barceló en la Capilla del Santísimo. El templo se asienta sobre una antigua mezquita y hace parte de un conjunto monumental junto con el Alcázar Real. La Catedral se eleva sobre el Parque del Mar y se refleja en el agua del estanque que ostenta. Siglos atrás las olas del Mediterráneo rompían contra ella. No estaba la pared de piedra que en la actualidad luce un mural de Joan Miró y que todo el mundo que pasa por delante del mismo fotografía.

Aunque Palma apunte al mar, la ciudad hay que mirarla hacia adentro. El vacío de la antigua lonja sobrecoge. Un espacio de planta rectangular, diáfano, con ventanas y abovedado, en el que los mercaderes del siglo XV hacían negocios. Caminando por el Paseo del Borne uno se introduce en la ciudad vieja, en la que habitaban pescadores, obreros y burgueses del comercio y de la industria. Éstos últimos, con el dinero que hicieron, se antojaron con vivir en casas llenas de curvas, de motivos orientales y naturales y más bonitas que funcionales. El estilo modernista, procedente de Barcelona, caló entre los adinerados de Palma y los arquitectos se pusieron manos a la obra a diseñar casas que para su construcción alternaban el hierro forjado con el mármol, la madera, la cerámica, el azulejo y la piedra. No solo hay que prestar atención a las onduladas fachadas de Can Barceló, Canals, Cetre, las gemelas Casasayas y de los almacenes Águila, entre otros, sino también a los detalles, a la ornamentación y el mobiliario. No dude y entre en los portales, verá escaleras de caracol rematadas con figuras de dragones. La arquitectura modernista aúna un conjunto de artes entrelazadas.

A pesar de la muchedumbre desperdigada por la ciudad, existen rincones callados. Hay que estar atentos para encontrar los patios de las casas señoriales. Algunos están abiertos al público, otros están cerrados y toca conformarse con mirarlos desde la calle a través del enrejado. Los hay con toques góticos, renacentistas y barrocos, que se adivinan en las columnas, los capiteles, las barandillas, las puertas y las ventanas. Una elocuente manera de simbolizar el estatus del morador de la casa en cuestión. En todos ellos reina el silencio. El mismo que se echa en falta en el barrio de Santa Catalina. Los obreros y pescadores han mutado por extranjeros que han abierto restaurantes, centros de yoga, pastelerías y demás, que se mezclan con otros tradicionales en los que las bebidas se sirven con un sifón y se comen caracoles, mientras sus dueños se preguntan hasta cuándo.

A Palma de Mallorca llega gente procedente de la Península Ibérica y del resto del mundo. Hubo un tiempo, a principios del siglo XX, que la ciudad no contaba con un hotel de categoría para alojar a los viajeros que daban a parar aquí. Hasta que en 1903 el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, por encargo del empresario mallorquín Joan Palmer Miralles, levantó el Gran Hotel. Un edificio modernista que contaba con teléfono y agua corriente, todo un lujo de la época, para que lo disfrutasen los de afuera. Se corrió la voz y Palma se abrió al mundo, sin dejar de ser una ciudad reservada.

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