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«Hay que dar armas a los jóvenes para anular la propaganda de internet»

«Hay que dar armas a los jóvenes para anular la propaganda de internet»

Laurent Cantet Director de 'El taller de escritura'

OSKAR BELATEGUI y BORJA CRESPO

Viernes, 1 de junio 2018, 00:17

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Laurent Cantet (Melle, 1961) permanece fiel a los postulados que le brindaron la Palma de Oro en Cannes en el 2008 con 'La clase'. Retratista de las convulsiones de la Francia contemporánea, este humanista que soñaba con ser buzo rueda con varias cámaras, atento siempre a lo que pueda surgir de la naturalidad de actores no profesionales. Su último filme transcurre en La Ciotat, un enclave cercano a Marsella que vio cómo se cerraban sus astilleros hace 25 años. Un grupo de chavales participa en un taller de literatura impartido por una novelista parisina de prestigio como una forma de integración social. Cantet aborda cuestiones como el racismo, el clasismo o los mecanismos por los que un joven se deja cautivar por los extremismos.

- La profesora de estos chavales les explica que la ficción es una excusa para explorarnos. ¿Se reconoce en esta frase?

- Cuando hago una película me gusta que tenga una dimensión social, no que sea un tratado sociológico. Me gustaba partir de algo que parece un documental y que poco a poco se contamina por la ficción. En ese taller de literatura se habla de la dificultad de cohabitar, de la violencia que llevan dentro alguno de esos chicos.

«Ahora el aburrimiento de los jóvenes puede ser explotado por los extremismos»

- El cine francés, como en las recientes 'Una razón brillante' y 'El buen maestro', aboga por la cultura como instrumento para la catarsis.

- Es un postulado muy optimista pensar que el único medio de resolver las tensiones de este mundo pasa por la cultura y el enfrentamiento de ideas. Pero así es cómo se aprende a pensar, si la inteligencia no se estimula gira en vacío. Puede que sea un sueño pensar que la escritura es la meta para crear un diálogo y un pensamiento, pero yo creo que es la única solución.

- Habla de una generación de jóvenes que rompe con el pasado y lo tiene muy difícil.

- Cuando hablo con ellos compruebo que tienen la sensación de no existir, nadie les toma en cuenta. No tienen la esperanza de que las cosas vayan a cambiar. Y se aburren. Desde siempre los jóvenes se han aburrido. Ahora este aburrimiento puede ser explotado por los extremismos de cualquier índole. Atrae mucho el que alguien te prometa una meta en tu vida.

- ¿Tienen los jóvenes espacios para alzar su voz?

- Muy pocas veces. Los tienen entre ellos, pero no sé si los usan. La escuela debería darles ese espacio, porque es un sitio que tendría que enseñar a pensar y no solo a leer y escribir. El personaje de la profesora encarna la impotencia que muchos intelectuales sienten al conectar con los jóvenes.

Videojuegos creativos

- Muestra cómo uno de los chavales se deja tentar por la extrema derecha.

- No juzgo al personaje, simplemente intento comprenderle. El actor que lo encarna, Matthieu Lucci, me dijo a los pocos días de ensayos que empezaba a entender el personaje: «Es un gilipollas, pero cada vez le quiero más». Se sentía culpable por quererle.

- Muestra imágenes de videojuegos y el uso de internet como instrumento de radicalización.

- Quería que en la película pudieran encontrarse todas las imágenes que componen el universo de los jóvenes. Los adultos no tenemos en cuenta el poder de estos medios. Yo he descubierto que los videojuegos son espacios de creatividad donde pueden soñar. Y sí, internet puede ser una herramienta formidable de propaganda, hay que estar muy vigilante. Si les das armas a los chavales para recibir esa propaganda, la anulas.

- ¿Cómo ha sido recibida la película en Francia?

- La crítica la ha recibido de manera alucinante, el público ha ido a verla menos de lo que me hubiera gustado, pero eso siempre es así. En una proyección a alumnos de un instituto del extrarradio parisino, una chica me dijo: «Su película me recuerda mucho a 'El extranjero' de Camus». Tenía catorce años y no era de una familia intelectual. Creemos que los jóvenes son idiotas sin cultura.

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