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La vida al margen de la sociedad, de la civilización

PPLL

Jueves, 22 de junio 2017, 23:49

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Hay casos en los que una obra de teatro se convierte en novela. O, simplemente, se publica como tal. Un buen ejemplo podría ser 'El olimpo de los desdichados', el último libro traducido al castellano y editado en España de Yasmina Khadra, aunque fue publicado originalmente en Francia en el 2010. La historia plantea la relación antisocial de un grupo de seres al margen de la sociedad, una especie de poblado a parte en la que unos hombres se niegan a formar parte de la vida civilizada. Ellos mismos cuentan con sus propias reglas y sus propios pensamientos, aunque en ningún momento se explica el por qué.

La obra de Khadra es una alegoría, da igual el lugar y el momento, ya que no se contextualiza, importa el fondo, no la superficie. Y lo verdaderamente importante es el sentimiento necesario de pertenencia a una sociedad, siquiera a un grupo, por minúsculo o grande que sea (una familia, un grupo de amigos, un equipo deportivo, un partido político), para sentirnos partícipes, necesarios, importantes. En la base del ser humano, la empatía, la amistad, el amor, la relación social.

El tema de la obra es muy válido, pero Khadra ha escogido una fórmula quizá demasiado teatral para exponerla, con sólo las intervenciones de los propios personajes como andamiaje para su propia construcción. 'El olimpo de los desdichados' está basada en diálogos, sin apenas narración. Esto provoca que se produzcan algunas contradicciones, como el hecho de que personas marginadas, a las que se supone de poca formación y cultura, sean capaces de mantener conversaciones y discusiones en buen tono, con argumentaciones válidas e, incluso, preguntas retóricas. Normalmente la comunicación es efectiva a pesar de que el mensaje sea defectuoso en la realidad, pero en esta obra de extremos la comunicación es perfecta.

Cada vez que se inicia la lectura de una novela se abre un nuevo pacto entre el autor y el lector, un trato de ficción. Todo lo que contienen esas páginas no es verdad, y si, acaso lo fue en un pasado, no lo es ya, sólo es una recreación sujeta a la ficción. Sólo en ese sentido puede contar con algo de veracidad supuestos como los que expone Khadra en esta historia pero, aún así, supone un fuerte ejercicio de credibilidad por parte del lector.

Hay mucha dramaturgia y mucha simbología, tanta que no se puede decir que este sea un libro para todos los lectores, aunque a veces esto es lo mejor que se puede decir de un libro. Los protagonistas de esta historia critican el mundo aparte, pero realmente lo anhelan, incluso intentan reintroducirse en él. Y hablan de ese lugar como una selva a la que es imposible adaptarse, como si los demás fueran los culpables. La culpa siempre se reparte.

Hay relaciones paternales, hay viejos y jóvenes y testimonios que reflejan lo que ven y han sentido lejos de lo que es su casa, cuando probablemente lo que vivan en ella sea peor, pero se han acostumbrado: «Aquello es peor que el infierno, chicos, peor que la locura... Apenas has acabado, «¡y vuelta a empezar!».

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