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Héctor Alterio en el papel de Andrés, protagonista de 'El padre'. :: l.r.
«Lo único que le reprocho al tiempo  es que va con una velocidad terrible»

«Lo único que le reprocho al tiempo es que va con una velocidad terrible»

actor

ESTÍBALIZ ESPINOSA

Viernes, 21 de abril 2017, 11:21

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En su actual papel, con el que suma más de cien representaciones, Héctor Alterio encarna a un entrañable anciano que va perdiendo progresivamente la memoria. Es Andrés, protagonista de 'El padre' y personaje en el que el dramaturgo galo Florian Zeller se apoya para abordar el tema del alzhéimer desde el punto de vista del propio enfermo. Una curiosa perspectiva en la que, además, el humor y la intriga juegan un papel fundamental.

'El padre' se representa hoy y mañana en el Teatro Bretón de Logroño a las 20.30 horas (con entradas entre 22 y 8 euros). Dirigida y adaptada por José Carlos Plaza, la obra cuenta en su reparto con Ana Labordeta, Luis Rallo, Miguel Hermoso, Zaira Montes y María González, además de Héctor Alterio.

En una entrevista de hace diez años usted decía: «Temo mucho a perder la memoria, porque la memoria es mi herramienta de trabajo». Y curiosamente no sólo puede presumir de ella a sus 87 años, sino que la memoria es el eje central de 'El padre'.

Precisamente se trata de una enfermedad muy especial (el alzhéimer), tan extraña, tan sórdida, tan misteriosa... circunstancias que aprovecha el autor para insertar situaciones de humor que surgen naturalmente. Eso forma parte de esta original propuesta que es la teatralización de los pensamientos del enfermo. Y aunque pudiera parecer que es algo que desorienta al espectador, no hace más que acrecentar su curiosidad sobre lo que está pasando. Esta propuesta un poco extraña, pero que está enhebrada maravillosamente por Florian Zeller, hace que el público termine emocionado y agradecido. Y esto lo digo con total seguridad tras más de cien representaciones.

Si conocemos tan poco sobre los problemas de la mente, ¿cómo puede meterse uno en la cabeza de un enfermo de alzhéimer o ponerse en su piel?

Es el planteamiento del autor, pero es relativo porque hasta ahora no han conseguido llegar a la médula del problema, luego aceptemos esto como una oferta imaginativa. La confusión se verbaliza muchas veces en la única realidad que tiene el enfermo y a partir de ahí no queda otro remedio que aceptar eso, así sea sorpresivo y extraño y desorientador. Y es ahí donde el público se engancha con la obra, por lo entretenida que es. Además, en todas las representaciones se nos acerca gente que tiene algún familiar o conocido con alzhéimer, y todo eso contribuye a aceptar esta propuesta como una verdad.

¿Cómo reacciona el público que vive de cerca esta enfermedad?

De distinta manera. Me ven a mí y ven al personaje. Nosotros tenemos un gran respeto por el señor que se moviliza y se sienta en la platea, y ese señor tiene que ver un estreno y nosotros tenemos que olvidarnos de las cien representaciones anteriores. De esa manera yo salgo y recibo, en mayor o menor grado, el agradecimiento, la angustia y el relacionarme con el familiar que provoca eso. Mi respuesta trato de que no sea siempre la misma, de que no se convierta en un dictamen de médico.

Según José Carlos Plaza (el director), 'El padre' se acerca en ocasiones a un thriller psicológico.

La situación provoca a veces tal confusión que obliga al espectador a no desentenderse de la historia y eso tiene que tener elementos de trampas, de enganche, de thriller.

Si pudiera elegir, ¿qué borraría Héctor Alterio de su memoria?

Las cosas que han sucedido en mi vida se borran de forma natural; el tiempo les da la forma, la distancia, el interés y desinterés que precisan. Yo no hago nada, de pronto me acuerdo de algo y el recuerdo se transforma en una cosa lejana y a veces hasta en entrañable. Pero personalmente no hago nada, dejo que el tiempo haga su labor. No me quiero dejar vencer por el tiempo y lo único que le reprocho es que va con una velocidad terrible, pero por lo demás el tiempo me da experiencia, garantías de no volver a pisar la misma piedra que me hizo tropezar...

Sus hijos Ernesto y Malena (también actores), ¿son críticos con su trabajo actoral?

No, de ninguna manera. Yo me divierto mucho, tengo mucho respeto por ellos, que ya son padres de familia que me han dado unos nietos estupendos. Y en el escenario no puedo evitar tener una relación directa con ellos y eso me condiciona un poco, pero me divierto mucho, me entretengo con ellos, no soy crítico. Puedo apuntarles muy vagamente alguna una cosa técnica, pero no va más allá. No me entrometo en sus vidas, como tampoco ellos en la mía, pero sí intercambiamos impresiones sobre nuestro trabajo.

¿Qué opinan ellos sobre su interpretación en 'El padre'?

Cuando me fueron a ver y terminó la función me abrazaron y estuvieron mucho tiempo abrazados a mí, tanto Ernesto como Malena, y eso es muy conmovedor.

Usted empezó a flirtear con el teatro con doce años. Después de tantos años de profesión, ¿qué le suscita pisar un escenario?

Yo lo único que lamento es no poder enfrentar esos espacios que se producen inevitablemente entre una oferta de trabajo y otra. Y ahora ya no tanto, pero durante mucho tiempo hubiera querido tener una profesión , algo que me permitiera solventar esas situaciones. Comencé en esto con 17 o 18 años, luego llevo 70 haciendo teatro ya que en septiembre voy a cumplir 88 años. Todavía me funciona la cabeza y, mientras esto sea así, adelante. Pero lo maravilloso de todo esto es que uno no sabe cuándo va a ocurrir (la muerte), no hay un aviso de tal día a tal hora. Lo que puede ocurrir es un accidente que te deje inhabilitado para tu trabajo; todas esas cosas feas que tiene la vida y que no me gustaría que me sucedieran. Pero por lo demás, cuando venga...

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