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LIBROS

El original traspaso de un negocio literario

JOSÉ FERMÍN HERNÁNDEZ LÁZARO

Viernes, 17 de marzo 2017, 00:15

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Los novelistas que realmente lo son en el más profundo sentido de la palabra llaman la atención desde las primeras líneas de cualquiera de sus obras. Captan la atención y enseguida despiertan el interés para ser leídos. Cristopher Morley es uno de ellos. Naturalmente lo hace a su modo que es como este lector entiende la originalidad, modo que comparte con algunos de los escritores de su tiempo como es propio de quien es 'hijo' de la época en que vivió. Morley atrajo a los lectores de su tiempo y sigue atrayendo hoy a quienes lo descubren.

Entre estos uno se atreve a decir que están las personas de gustos 'elementales', es decir lectores que no necesitan del drama ni del desgarro para disfrutar de la lectura de un libro. Escrito esto sin animo de pontificar -pues como dice la Biblia sobre formas de pensar no se debe discutir- 'La librería ambulante' es muy recomendable para los amantes de la lectura de entretenimiento lo mismo que lo es la novela de este mismo autor que en estas mismas páginas recomendamos no hace tanto (hablamos de la titulada 'Kathleen'). Sin embargo, del respeto a cada gusto personal corre uno poco riesgo al asegurar que Christopher Morley es un excelentísimo novelista muy capaz de construir con las mimbres de una aparentemente insustancial historia una 'superproducción' literaria.

La novela que acabamos de leer -que se publicó exactamente hace 100 años- es una historia-tobogán de ligerísima pendiente que hará las delicias de muchos lectores. No es libro por supuesto para los aficionados a leer obras de vocabulario directo cuyo objetivo principal suele ser el de lograr la atención del lector para facturar lo más posible [¿bestseller?]. Esto es literatura escrita en inglés y muy bien traducida al castellano por Juan Sebastián Cárdenas para que no pierda su calidad expresiva.

El autor nos sitúa en la Norteamérica de los años 50 del siglo XX. Un vendedor enamorado de los libros -que por añadidura cree en la mercancía que ofrece- recorre los polvorientos caminos del este rural norteamericano montado sobre un surtido, ordenado y pintoresco carromato convertido en librería ambulante. Él es feliz y se gana la vida vendiendo libros casa por casa, pueblo por pueblo hasta que un día determina retirarse a Nueva York para escribir sus memorias por lo cual decide vender su negocio. Casualmente, una mujer soltera que ha pasado de los 40 años que vive con su hermano escritor y que está harta de su aburrimiento diario en la granja en la que vive le compra el negocio. Él se ofrece a ponerle al corriente del mismo y viaja en el carromato con ella durante unos días. Por supuesto, durante esa breve convivencia suceden 'cosas'.

En todo caso la novela es principalmente un alegato invitador a la lectura de libros. Es amena y evocadora de paisajes y de sentimientos. No se extrañe pues aquel que adentrado en la lectura de 'La librería ambulante' quiera seguir encontrando literatura de semejantes virtudes.

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