Borrar

El veneno de la radicalización

España es el ejemplo de que a los yihadistas no les afecta el entorno

JUAN CARLOS VILORIA @J_CVILORIA

Lunes, 4 de septiembre 2017, 00:16

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Raquel, educadora social de Ripoll ha escrito un conmovedor testimonio después de los atentados de Barcelona y Cambrils rememorando su trato con algunos de los miembros de la célula terrorista cuando llegaron a sus manos siendo aún preadolescentes. Said, Moussa, Younes, Omar, Moha, Youssef, tiempo después formaron un comando asesino, ciego, letal, para matar indiscriminadamente en Las Ramblas de Barcelona y en el paseo marítimo de Cambrills. Para ella eran niños como los que jugaban en la plaza, cedían el paso a las señoras o se ponían colorados en presencia de las niñas.

La humanitaria asistente social se preguntaba días después rota de dolor: «¿Qué estamos haciendo mal? Debemos detener esto. Debemos hacer algo. Y yo que creía que lo estaba haciendo bien, que había contribuido con mi granito de arena». Muchos comparten la teoría que se desprende de esta especie de autoacusación. Si hiciésemos las cosas bien, educando, integrando, socializando, ellos no nos matarían. La otra tesis complementaria de esta es que si nosotros no les atacamos militarmente (en sus feudos de Irak, Afganistán, Siria) ellos nos dejarán tranquilos. Es el llamado «mito de las represalias» yihadistas. Lo cierto es que la yihad global no tiene para nada en cuenta esos «detalles» en su diabólica guerra santa. De hecho España es un país que reúne las condiciones ideales según los defensores de las tesis de ¿qué hemos hecho mal? No hay una extrema derecha social y políticamente fuerte como en Francia (Le Pen) y otros países europeos.

En nuestro país no hay guetos cerrados de árabes como en París o Bruselas; aquí la integración y la transversalidad funcionan con naturalidad y como resultado no hay xenofobia palpable en la calle. Y, desde el punto de vista militar, España es el país menos activo dentro de la coalición presente en Siria e Irak, con cuatrocientos cincuenta solados únicamente en Irak desempeñando labores de formación al ejercito iraquí. El factor desencadenante es la radicalización. Ese paso inaprensible que va del islam al islamismo. Del rezo a la acción. De la paz a la guerra. De la vida al martirio. De vivir a morir matando.

Puede ser en la mezquita, en la cárcel, en internet, con el hermano mayor, en el seno de la familia o en el grupo de amigos. Pero cuando entra el veneno en el corazón de un creyente musulmán, no hay educación, socialización, deporte, integración que lo desvíe de su «misión». Uno de los «niños» de Raquel, Moussa Oukabir abatido en Cambrils, con solo 16 años había escrito en una red social que lo primero que haría si fuera rey del mundo sería matar a todos los infieles. Según la cronología conocida a posteriori, aun no había sido adoctrinado por el imán que llegó al pueblo hace ahora un año. ¿Cuándo y como se había producido su radicalización? Desde la fatwa contra Salman Rushdie por Jomeini en 1988 o el mito yihadista de Al Andalus, hay mucho material para envenenar las mentes.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios