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La EMA o lo que el 'procés' se llevó

No faltarán quienes celebren el fracaso ni quienes minusvaloren la pérdida, pero se trata de un gran fracaso común

JORGE TUÑÓN. - PROFESOR DE COMUNICACIÓN EN LA UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID

Lunes, 4 de diciembre 2017, 23:56

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Lo que el 'brexit' regalaba a Barcelona (la EMA), el 'procés' se lo llevó. Tal y como se aseguraba durante los días previos a la elección, Barcelona no será sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés). Ni siquiera pasó el primer corte.

Será la capital holandesa, Ámsterdam, la que albergará la joya de la corona de las agencias europeas que debían reubicarse, con motivo de la próxima salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Mucho tienen que agradecer los holandeses al 'procés' catalán, que enterró las opciones de la preferida incluso por los propios trabajadores de la Agencia. Cambiar Londres por Ámsterdam podrá no estar mal, pero ni punto de comparación a cambiarla por Barcelona. La ciudad de Gaudí ofrecía una belleza arquitectónica, horas de sol, playa e incluso un índice de precios, más que apetitosos para los ya acaudalados trabajadores de la Agencia. Era su preferida. Además la Agencia del Medicamento estaba en deuda con Barcelona. En su momento, la capital catalana compitió con Londres y una vez que Londres pasaba el testigo, parecía existir una cierta deuda para con Barcelona.

¿Qué ha fallado? ¿Por qué no se ha saldado la deuda histórica con Barcelona? ¿Cómo es que si se trataba de una excelente oferta técnica y era la preferida de los trabajadores no ha resultado elegida? No cabe duda que han sido otros los factores decisivos. Dos de ellos deben subrayarse en rojo: la fragilidad de la diplomacia española de un tiempo a esta parte; pero sobre todo la pérdida de la EMA es consecuencia directa del 'procés' y de la inestabilidad política que se vive en Cataluña de un tiempo a esta parte.

De una parte, no podemos obviar que los éxitos diplomáticos de los últimos gobiernos españoles más allá del de haber convertido a España en Miembro no Permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas entre 2015 y 2016, brillan por su ausencia. La diplomacia pública y la política exterior hace tiempo que no son prioridad en este país. Pongámonos en comparación con un país de nuestro entorno político y cultural, al que hace no tanto, en palabras del presidente Zapatero aspirábamos a dar aquel famoso 'sorpasso': Italia. Muy claro queda que Rajoy poco tiene que ver con Iniesta ni con Isco. Pero mientras que nuestros futbolistas vienen siendo tradicionales pesadillas para las defensas italianas, a nuestro actual presidente se la cuelan en Europa por todas partes los transalpinos. Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo; Federica Mogherini como Alta Representante de la UE en Asuntos Exteriores y Política de Seguridad; Antonio Tajani como presidente del Parlamento Europeo. Tres a cero para Italia. Y podía haber sido peor, puesto que Milán acaba de tirar al poste, y sólo el sorteo final en beneficio de Ámsterdam ha evitado el cuarto gol por la escuadra. Eso sí, para consuelo de Rajoy, los italianos no estarán en la próxima Copa del Mundo de fútbol. Lo que verdaderamente importa.

De otra parte, bien es cierto que Mariano Rajoy no ha tenido mucha ayuda (por no decir todo lo contrario) del expresident Puigdemont, ni de la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El conjunto del 'procés' ha pesado como una losa en las aspiraciones de Barcelona. Parecía harto complicado convencer al resto de los países de que el epicentro del 'show' del 'procés', podía generar certidumbre alguna, como sede de una agencia europea. En el marco del delirio, muchos dirigentes pretendieron retorcer la legalidad (en la más benévola de las interpretaciones), o directamente tomar el pelo a la ciudadanía catalana (en una lectura menos generosa). Cataluña independiente pero sin salir de la UE, o saliendo pero volviendo ipso-facto a través de una puerta giratoria o proceso ad-hoc, al margen de los Tratados Constitutivos de la UE. Con la EMA ya se trataba de rizar el rizo. Al parecer para los mentores del 'procés', también el mismo podía ser compatible con albergar una agencia europea, por mucho que jurídicamente resultase cristalino que una hipotética independencia de Cataluña suponía la salida de ese territorio fuera de la UE. Ya que la UE posee delegaciones exteriores, siempre podría experimentar y establecer también Agencias Ejecutivas fuera de su territorio, debieron entender aquellos, como parte de la ensoñación. Ni que decir tiene que el exilio del expresident Puigdemont en Bruselas «internacionalizando su conflicto» o acusando a la UE de falta de democracia por no hacerse eco de sus reivindicaciones; o las declaraciones de la alcaldesa Colau acerca de que la EMA no era del gusto de sus bases, terminaron por colocar a la candidatura barcelonesa al borde del precipicio y dentro del marco de la crónica de una muerte anunciada.

No faltarán nacionalistas españoles que celebren el fracaso de las aspiraciones barcelonesas, ni independentistas catalanes que minusvaloren la pérdida. Sin embargo, lo cierto es que se trata de un gran fracaso común barcelonés, catalán y español. La Agencia habría supuesto para Barcelona una plantilla de casi 900 personas con sus respectivas familias, un presupuesto de unos 320 millones de euros anuales y la tarea de evaluar y autorizar la comercialización en la UE de nuevos medicamentos. Todo ello habría redundado en el bienestar de barceloneses y catalanes, pero también en el del resto de los españoles. Tristemente eso ya no será posible. A la EMA se la llevó por delante (para siempre) el 'procés'.

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