Borrar

Luchadoras que ansían una vida en igualdad

«Acabemos con el rol que la historia nos ha dado, el de comparsa del hombre y, por tanto, propicias al maltrato. Debemos ser impulsoras de ideas para una sociedad formada en la no violencia»

CONRADO ESCOBAR, NATI Y MERIEM (*)

Viernes, 1 de diciembre 2017, 23:45

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Le atendían en urgencias cuando decidió que esta vez pediría ayuda. Las palabras las tenía pero se le atascaban en la garanta. Volvería a casa. Intentaría hacer las cosas mejor. Que él no se enfadara. Mientras le cosían la herida, sus ojos se toparon con los de la médico y vio en ellos un chispazo de esperanza. ¿Y si la vida fuera otra cosa? Pero qué otra cosa. Su vida estaba en sus manos. Las de él. No puedo, pensó. Pero pudo y con un hilo de voz pidió ayuda.

Ayer, años después de esta historia, la voz de dos supervivientes de la violencia de género sonó con fuerza en el Parlamento de La Rioja y sus testimonios inspiraron a todos los privilegiados que pudimos escucharlas. Esto es lo que contaron:

Hoy soy tu voz, por Nati.

Estoy aquí para dar voz al dolor de las mujeres que sufren todas las violencias de género. Somos supervivientes de uno de los dramas más graves y violentos que sacude nuestra sociedad: el terrorismo sexista. Soy tu voz. La tuya, que permaneces en casa silenciando tu sufrimiento. La tuya, que disimulas con maquillaje el último moratón. La que contestas que te has caído cuando te preguntan por tu cojera. La deprimida, la ausente, la que llora sin motivo, la que agacha la cabeza, la que mira con miedo, la que dice que no le ocurre nada pero lo muestra con sus gestos. La que busca una mano que le ayude a caminar. La que busca ayuda. La que dejó atrás el infierno.

[...] Hay que dar un paso adelante y luchar. Salir del mundo perverso de la violencia y retomar la vida. Es tiempo de hacernos fuertes y caminar juntas. Es nuestro momento. Debemos abandonar el ciclo de víctimas, etiqueta con la que la sociedad nos denomina de forma perversa. Un «pobrecita», y ahí se quedan. Debemos hacer visible lo invisible. Gritar juntas: ¡Basta ya! Reivindicar una vida digna y libre. Juntas, se puede. El camino no es fácil pero hay luz después de él.

Pero te necesitamos a ti, mujer. Rompe tu silencio y como una sola, caminemos en pro de ser valoradas por lo que somos: mujeres valientes que no han sido queridas. Unas luchadoras que ansían una vida tranquila y en igualdad. Acabemos con el rol que la historia nos ha dado, el de comparsa del hombre y, por tanto, propicias al maltrato. Debemos ser impulsoras de ideas para una sociedad formada en la no violencia y en los buenos tratos.

Debemos reconducir las noticias de los medios de comunicación ya que creemos que fundamentalmente se vende el morbo y se relega a un segundo plano el problema tan serio que hay detrás. Si se le quiere dar relevancia a hechos luctuosos en estos medios deberán, entre otras cosas, hablar primero de «asesinos». [...]

Sería interesante programar seminarios, charlas, eventos, para mostrar a la sociedad la respuesta que debe dar ante cualquier agresión de la que se tenga constancia. Hemos de demandar leyes promulgadas con el mayor consenso posible que pongan el acento en las mujeres y que nos sintamos oídas y representadas en la elaboración de las mismas.

Para terminar, digo a toda la sociedad que no nos sirve que vengan un día a un acto de condena de una agresión. Os queremos realmente comprometidos con este problema. Queremos que estéis CON nosotras.

Tenemos la palabra, por Meriem

Somos mujeres. Supervivientes por nuestra palabra. La palabra es nuestra para luchar contra el acoso, la discriminación, el abuso y la violencia. Ella nos hace visibles, grandes, fuertes, poderosas.

La utilizamos para decir basta. Es la herramienta para combatir las agresiones, las muertes, el acoso a tantas de nosotras. Para decirnos a nosotras mismas que no solo formamos parte de la sociedad, sino que también somos la sociedad. Somos madres, hijas, abuelas, médicos, jueces, policías, abogadas, ciudadanas, diputadas, ministras o consejeras.

Somos víctimas pero eso no nos limita. La palabra nos hace fuertes, nos defiende frente al victimario, nos permite formar a nuestros hijos en la libertad y en el respeto, nos representa en la denuncia contra los criminales, los intolerantes y los machistas.

Tenemos la palabra para exigir a nuestras instituciones leyes que nos ayuden, nos protejan y nos permitan recomponer nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestro espíritu de la violencia machista. Somos víctimas pero no estamos derrotadas. Somos constructoras de nuestro futuro.

Tenemos la palabra para reflexionar sobre qué somos como mujeres en la sociedad, enfrentándonos a la pluriculturalidad, la globalidad y la visión simplista de las cosas. Ser víctima no es ser débil. [...]

La palabra nos hace visibles y ser visibles nos hace más fuertes. Nuestra fortaleza reside en nuestra palabra. Nos forma, nos permite conocer más de nosotras mismas y hacernos más visibles ante los demás. [...]

La erradicación de la violencia contra las mujeres es un deber para los hombres, también les atañe a ellos desde su posición de privilegio. [...]

No es suficiente con que ustedes nos escuchen hoy. Es su obligación atender a nuestra palabra y tener en la memoria y en su conciencia la certeza de que la construcción de un futuro sin violencia contra la mujer empieza por saber que el respeto, la tolerancia y la capacidad de expresarse con libertad corresponde a seres libres. Identificar a las mujeres como ciudadanas libres nos permitirá avanzar en la erradicación de la violencia de género. Para eso hoy tenemos la palabra.

(*) Conrado Escobar es consejero de Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Justicia. Nati y Meriem son dos mujeres, superivivientes de violencia de género, que ofrecieron su testimonio en el Parlamento de La Rioja.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios