Borrar

EXPORTACIÓN DEL ODIO

MANUEL ALCÁNTARA

Viernes, 25 de agosto 2017, 23:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Estado Islámico reivindicaba el ignominioso ataque terrorista en Las Ramblas de Barcelona. La camioneta alquilada, que ahora se ha convertido en un carro de combate, se lanzó sobre la multitud y donde había libros y flores todo se llenó de desolación y muerte. Los yihadistas aprovecharon que la gran ciudad, «archivo de la cortesía», fuese en estos momentos el sitio más propicio para asesinar en masa a los que estaban discutiendo si son una nación o una nación de naciones. Otros grandes países europeos ya sufrieron el terror del IS, pero nos ha tocado el siniestro de turno. La propagación del miedo es su objetivo porque allí viven más musulmanes que creen en esa contradicción de términos que llaman «guerra santa». El Reino Unido, Francia y Alemania, ya experimentaron esos ataques, pero nosotros creíamos que nos estábamos librando de esta masiva exportación de los yacimientos del odio, que siempre excava en sus propios territorios, pero los exporta rápidamente. «Los yihadistas son unos asesinos», ha dicho Felipe VI, mientras Barcelona se llenaba de personas proclamando que no tienen miedo.

La matanza de las Ramblas ha plagiado las de otras grandes ciudades porque estas acciones criminales son imposibles de evitar, mientras haya criminales. El yihadismo ha creado escuela y propaga que matar a bordo de un camión es más rentable para los asesinos vocacionales que hacerlo con una pistola o con un cuchillo. El mundo civilizado, que sólo es una parte del globo terráqueo, nos muestra su solidaridad. «Estamos a tu lado», ha dicho Macron, mientras Trump es más cariñoso todavía. «Sed duros y fuertes, os queremos». Los amigos, y a veces incluso los enemigos, son para las ocasiones. Quizá no sea la única prueba, pero es la que nunca engaña. Y España está puesta a prueba.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios