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Domingo, 18 de marzo 2018, 23:39
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El bono social para asegurar la provisión de energía a los hogares más depauperados se ha demostrado una medida muy limitada, a la que recurre solo un 15% de quienes tendrían derecho. El propio Ministerio admite que tan reducida demanda obedece al desconocimiento, a la falta de interés y a otras situaciones personales. Las empresas del sector son plenamente conscientes de ello; hasta el punto de que han puesto en marcha programas que tratan de activar la demanda de los ciudadanos más necesitados. Solo hace falta que el mecanismo de cobertura actúe por defecto. Que no sea necesario reclamar la ayuda motu proprio, cuando las necesidades y los recursos propios se ven tasados hasta el último detalle en euros. Ni siquiera el ahorro energético debiera ser más exigente en los hogares empobrecidos, en relación al resto de las familias. Bastaría con que la factura energética fuese similar, y en esa medida justa. Bastaría con que el bono social respondiera a criterios reales de equidad.
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