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Mí, no entender

RICARDO ROMANOS

Lunes, 30 de octubre 2017, 00:02

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Lunes 16/10; 12.20h. Semáforo peatonal en rojo en el Espolón. Ondean unas pocas rojigualdas en ventanas y terrazas. Un conocimiento de la mili se sitúa a mi vera: ¿Qué pasa, Romanos, que no te mojas con lo de Cataluña? Lunes 16/10; 13.10h. Portales, escaparate de una librería. Flamean rojigualdas en algún que otro balcón. Me abordan por la espalda, me vuelvo. Una dama desconocida, mayorcita y mosqueada: ¿Romanos? Sí, dígame. Y con el dedo índice levantadito me espeta: Si es usted buen español, en esto de Cataluña no puede mirar a otra parte, ¿qué es eso de la equidistancia? Martes 13.20h. Muro de Cervantes. El vientecillo ondula la enseña de la patria española y olé en cuatro o cinco miradores. Me tropiezo con tres anarquistas. De los de antes, gente serena, guapa, amigos para siempre. Qué pasa, compa, que no te vemos. Y ESO, ¿cómo lo ves? ESO, naturalmente, es esa cochambre que se han montado en els paisos catalans. Me alegro de veros, queridos, alguien con quien se puede hablar sin que te echen en cara un banderolo, les digo. Y ahí la liamos. Va una síntesis alborotada de lo que allí salió a relucir, señora, caballero. ESOS que llevan años montándose el prusés indepe son los mismos perros con los mismos collarines de siempre: la beata derechona burguesa catalana decimonónica, unas doscientas y pico familias del rancio capitalismo catalán, ahora tan neoliberal y recortador. Se enriquecieron españolamente con la trata de esclavos en Cuba bajo el amparo de la Isabelona, aquella reina analfabeta y putera, siendo favorecido su comercio de algodón, barato, barato, por el Estado español. De ahí el desarrollo de su industria textil: eran muy monárquicos, muy borbónicos. Por entonces se inventaron el rollo catalanista. Ya en el siglo XX, siendo muy españolistas, muy patriotas, pagaron bandas de sicarios al general Martínez Anido para asesinar a los líderes sindicales de los currelas catalanes aplicándoles la famosa «Ley de Fugas». A la II República le doraron la píldora un ratillo para terminar apoyando a Franco en el 36: la familia paterna de Puigdemont era fascista de camisas negra y blue: pistolera y falangista. Jusep Dencás, fundador de ERC, creó somatenes fascistas para dar mulé a los de la CNT durante la guerra incivil. Se piró a la Italia de Mussolini el mismo día que Companys se asomó al balcón a proclamar, cándido él, el efímero Estado Catalán. Fue agente de los nazis alemanes, de los fachas italianos y de Falange Española. Él inventó la estelada para un partido nazi-fascista que dirigió en Barcelona. Así que los incultos charnegos castellanos somos todos fascistas, manda huevos. En fin, de esas casi 300 familias que forman el Ghota del catalanismo indepe y/o soberanista, el 90% hicieron el agosto con el franquismo, como los Millet, los Godó (Grandes de España), los Güell o los Ferrusola. Así que alucino, compas, señora, caballero, mí no entender, aunque me lo aclare Charlie Hebdo con su sátira: la plebe catalana es más gilipollas, más tonta que el populacho corso. Que, a estas alturas, con la Merkel, la grandeur de la France, el BCE y Europa de por medio les toquen un cornetín, les den un banderín fascista y les hagan cantar una copla euforizante (ese himno con letra tan espantosa como todos) y entren al trapo nacionalista llorón tantos señores y señoras de edad provecta a los que se les suponía entendederas para defender sus pensiones, es para temblar. Y el que una señora diputada de la CUP llamada Anna Gabriel, nieta y biznieta de cenetistas y afiliada a la CGT, prepare con los suyos haciéndole el caldo gordo a esa derecha señoritinga, corrupta, fascista y ladrona de la antes CIU y ahora PdeCAT & ERC, una dictadura étnica leninista (y no otra cosa) disfrazada de «democracia popular» («somos nacionalistas sin fronteras», ha llegado a decir) es para llorar desconsoladamente por Cataluña. Y es que el pésimo y mentiroso espectáculo catalán, que veo lejano desde esta ventana, desde este mirador, me resulta una tragicomedia esperpéntica dirigida malamente por una cuadrilla de irresponsables, inmorales y desnortados. ¿Cuánto vale esa bola? Pues dicen que nos va a costar quince mil millones arreglar el estropicio de tanta emoción, de tanto sentimentalismo paleto nacionalista. Y no salgo de mi asombro, compas, señora, caballero. Dejo para otra ocasión lo que me parece la política seguida por el don Mariano y los suyos en este asunto. Tela. No, no colgaré más bandera que la pirata en mi balcón. ¿Nos mojamos con un vermú viendo qué pasa con el 155?

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