Al que se tenía por alcalde dimisionario de Viguera, Aitor Santibáñez, le ha sobrevenido un súbito arrepentimiento no ya de la causa que motivó su detención y posterior declaración como investigado (imputado) por un presunto delito de malversación de fondos públicos y otro de falsedad documental, sino una retractación en diferido de la dimisión que presentó por escrito el pasado día 22. Santibáñez habría redactado ya un escrito para revocar su dimisión, lo que deja en manos del que fue su partido hasta ayer mismo (el comité ejecutivo del PP oficializó ayer su baja) la solución final, que no puede ser otra que la de apartar de forma fulminante y definitiva al edil investigado de las tareas propias de la Alcaldía. Los populares, con cinco de los siete concejales del Ayuntamiento de Viguera, no requieren de acuerdo y ni apoyo externo alguno para relevar a Santibáñez, por lo que no les cabe otra que mover ficha, sanear el Consistorio viguereño y dar, aunque sea en un modesto municipio de poco más de 400 habitantes, el ejemplo que la sociedad espera de los partidos frente a las situaciones de corrupción. A falta de dimisión, destitución.
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