Borrar

Difícil se lo ponemos a San Isidro

La propuesta de reforma de la PAC que describía en este espacio el comisario de Agricultura de la UE, Phil Hogan, es completamente diferente a la que plantearía un agricultor riojano y nada tiene que ver con su realidad

JAVIER RUBIO. - PRESIDENTE DE ARAG-ASAJA

Martes, 22 de mayo 2018, 23:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hoy, día 15 de mayo, los agricultores conmemoramos San Isidro, el patrón del campo. No solo lo hacemos nosotros sino buena parte de los pueblos de La Rioja con más o menos intensidad pero, casi todos, celebrando una misa en honor al santo. Esto nos recuerda la importancia de la economía agraria en la sociedad riojana, al menos, en su historia reciente.

Climatológicamente hablando, este año, San Isidro ha compensado con la lluvia el descuido que tuvo el año pasado con las heladas, el pedrisco y la sequía; sin embargo, los nubarrones de la nueva reforma de la PAC asoman en el horizonte en forma de recortes en el presupuesto agrario que ponen en cuestión el carácter estratégico que debiera tener la agricultura en Europa.

De ello daba cuenta la semana pasada en este mismo espacio el comisario de Agricultura, que describía su propuesta de reforma de la PAC completamente diferente a cómo lo haría un agricultor riojano. Leyéndola, no daba crédito, pues para nada tiene que ver con lo que es la realidad de los agricultores y ganaderos. «El presupuesto de la UE mantiene una PAC fuerte y ofrece un acuerdo justo a los agricultores europeos y a las zonas rurales», escribía en su artículo. No pude evitar pensar que me he perdido algo, porque no consigo entender que se refiera así a una propuesta que incluye un recorte del 5% en el presupuesto y al que se une otro del 4% en los pagos directos. Eso sí, recortes calculados sin tener en cuenta el efecto de la inflación, por lo que son del todo engañosos y, por eso mismo, la PAC pasará de representar casi el 40 por ciento del presupuesto comunitario a menos del 30 por ciento en el próximo periodo.

Envidiamos cómo algunos países desarrollados ofrecen un apoyo real a la agricultura, Noruega (957 euros por habitante/año), Japón (434 euros), Estados Unidos (389 euros), mientras que la UE dedica tan sólo 190 euros, cuando se supone que con ello debemos producir alimentos seguros y de calidad, proteger el medio ambiente, mantener el paisaje, evitar la despoblación del medio rural y luchar contra el cambio climático.

Y es que, los agricultores, hace años que para creernos las intenciones de los políticos preferimos que estén escritas con cifras y textos claros en los presupuestos más que con palabras bonitas en los discursos.

Queremos que las decisiones políticas que nos afecten se tomen teniendo en cuenta lo que somos y hemos sido, respetando los usos y costumbres del sector, sin que esta realidad se pueda volver en contra de los agricultores por una legislación que no los contemplan y unas decisiones que artificialmente los vulneran.

De lo global a lo concreto, y ya metidos en temas que conciernen más directamente al agro riojano, los agricultores siguen pendientes de los repartos de nuevas plantaciones de viñedo. Así, mientras Consejería y Ministerio deshojan la margarita, los solicitantes de las mismas -en su mayor parte jóvenes agricultores que desean estabilizar sus explotaciones-, desconocen las resoluciones definitivas de concesión, cuando nuestros vecinos navarros y alaveses están plantando las autorizaciones concedidas. Así es imposible planificar, ni su economía familiar, ni la del propio sector, que llegó, con mucho esfuerzo, a un acuerdo en materia de nuevas plantaciones.

Mientras tanto, los sectores más sensibles del agro riojano, como el de fruta dulce y la ganadería extensiva, mantienen su particular crisis, más irreversible cuanto más acumulada, y problemas como el de los daños de la fauna silvestre en los cultivos o la limpieza del Ebro para prevenir posibles crecidas, siguen sin atisbar interés real para ser solucionados.

La agricultura es una actividad económica con características muy singulares que trasciende su importancia con repercusiones sobre la población y el desarrollo rural, la alimentación y la salud. Su buena marcha requiere planificación, determinar unos objetivos concretos y configurar una estrategia productiva que nos lleve a conseguirlos. Y para ello es necesario contar con reglas de juego bien claras que impidan caer en arbitrariedades políticas por cuestiones que no sean la búsqueda de lo mejor para el sector.

Y es que, las decisiones políticas debieran tomarse siempre desde el diálogo con el sector, para así conocer su verdadera realidad e ir acompasadas con sus necesidades. Si esto no se da, San Isidro lo va a tener muy difícil para proteger al campo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios