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De la despoblación a la especulación

«En un territorio cada vez más despoblado, se produce al mismo tiempo un aumento de proyectos destructivos»

JUANTXO LÓPEZ DE URALDE (COPORTAVOZ DE EQUO FEDERAL) y JOSÉ MANUEL ZÚÑIGA (CONCEJAL DE CAMBIA LOGROÑO)

Viernes, 23 de marzo 2018, 00:24

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Los datos demográficos hablan por sí mismos: la España interior se vacía mientras la población se concentra en los núcleos urbanos y el litoral. Así viene siendo desde hace años, pero la situación se convierte en amarga cuando eso empieza a suponer la desaparición de decenas de pueblos cuya población parece descender sin remedio. No es una situación lineal, ya que algunas Comunidades mantienen una vida rural viva, pero es una tendencia que se extiende. Y es que la desaparición de la gente, de las personas, del medio rural, además de un drama social y político, no es inocua tampoco para el territorio. Basta recordar que nuestro territorio ha sido construido por siglos de acción humana sobre la Naturaleza. Pero si realmente queremos dar la vuelta a esta situación de poco sirve la reflexión, si no va seguida de acciones concretas que impulsen la recuperación esta España interior.

En un territorio cada vez más despoblado, se produce al mismo tiempo un preocupante aumento de proyectos destructivos, como los extractivos o de macrogranjas de ganadería intensiva. No ayudan este tipo de instalaciones a revertir el proceso de despoblación, pero encuentran vía libre para su implantación en un territorio sin gente. Si no hay gente, ¿quién defiende el territorio cuando lo agreden? Creo que estamos ante una situación de alto riesgo de que la España interior se convierta en el espacio en el que se desarrollen esos proyectos que nadie quiere en Europa. ¿Vamos a permitir que nos acabemos convirtiendo en el patio trasero de Europa?

  • * Juantxo López de Uralde participa hoy en la jornada 'Ruralidades', a partir de las 18 30 horas, en la sala de usos múltiples del Ayuntamiento de Logroño

Uno de los ejemplos más evidentes es el de la expansión de proyectos mineros a cielo abierto en España. Es mucha la presión por parte de las empresas extractivistas y los proyectos se multiplican, en algunos lugares ya han iniciado la explotación a cielo abierto, en otros se ha generado un conflicto entre los escasos habitantes de las comarcas afectadas y las empresas mineras. La nueva expansión de la minería en España en parte se debe también a la frágil ley de minas que da luz verde a las multinacionales a asentarse en nuestro territorio como filón para su desarrollo, y de la mano la Administración que rige las distintas Comunidades Autónomas. No se trata de casos aislados en algunas provincias, sino de una tendencia creciente. ¿Ejemplos? Uranio en Campo Charro (Salamanca); litio en Cáceres; tierras raras en Ciudad Real; feldespatos en Avila; magnesitas en Borovia (Soria), o aunque sea algo distinto, como la explotación de gas que tenemos aquí al lado, en Sotés, y así sucesivamente.

También el territorio vacío es el espacio perfecto para la instalación de grandes plantas (no estoy seguro de que debamos llamarlas granjas) de ganadería intensiva que apenas generan empleo ni dejan valor añadido en la zona, pero que sí dejan aquí grandes cantidades de residuos en forma de purines, cuya gestión es compleja y cara, y que cuando no se aborda contaminan los cauces y los acuíferos. Este tipo de plantas suponen además un golpe mortal a las pequeñas y medianas explotaciones ganaderas intensivas. Si alguien piensa que plantas como la de Noviercas (Soria) para albergar 20.000 vacas lecheras no va a ser destructiva globalmente para la economía del medio rural, es que no lo ha analizado en profundidad.

En definitiva, la despoblación del medio rural no es inocua: nos encontramos ante una encrucijada que puede llevarnos a un cambio de modelo en el cual nuestro territorio acabe convirtiéndose en un espacio de libre disposición para todo tipo de empresas sucias que se aprovechen de la situación, sin dejar beneficios sociales ni económicos, pero dejando un rastro de contaminación grave.

Precisamente en todos los lugares que he mencionado las poblaciones, ya escasas, de esos lugares han conformado Plataformas que tratan de preservar el territorio, y se erigen como los únicos garantes de un futuro limpio, ante la dejación de sus responsabilidades en muchas ocasiones por parte de las administraciones responsables.

Quizás por eso no haya una voluntad política real de hacer frente a la situación descrita por parte del Gobierno. Más allá de declaraciones generales en apoyo a sectores concretos como la caza, poco ha hecho el Gobierno en favor del mundo rural. De poco ha servido la designación de una persona como «comisionada del Gobierno para el reto demográfico» porque detrás no hay ni voluntad política para hacerle frente, ni presupuesto para financiar las necesarias medidas en ámbitos tales como: extensión de la red de internet en el medio rural; mejora de los servicios públicos como la sanidad o la educación, mejoras fiscales para la fijación de población, ayudas al emprendimiento, y tantas otras. Es hora de pasar a la acción real, para evitar que nuestra tierra quede vacía para regocijo de especuladores y caciques.

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