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Por una circunscripción electoral paneuropea

Las principales diferencias entre las distintas familias políticas europeas están relacionadas con la modificación de la ley electoral de la Unión

JOSEP BORRELL / DAMIÁN MACÍAS / DOMÈNEC RUIZ DEVESA EXPRESIDENTE DEL PARLAMENTO EUROPEO/ VICEPRESIDENTE DE LA UNIÓN DE LOS EUROPEÍSTAS Y FEDERALISTAS DE MADRID / VOCAL DEL BURÓ EJECUTIVO DE LAUNIÓN DE LOS FEDERALISTAS EUROPEOS

Jueves, 15 de febrero 2018, 23:49

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Una antigua aspiración de los federalistas europeos pudo haber dado un gran paso adelante para la materialización de los Estados Unidos de Europa, en donde pueda expresarse su demos a través de una circunscripción paneuropea, pero una coalición de antieuropeos, populares y poscomunistas lo ha impedido. El pleno del Parlamento Europeo, a propuesta de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo, aprobó el miércoles una resolución legislativa para repartir los 73 escaños que quedarán libres tras la salida de Reino Unido de la UE. Se reduce el tamaño de la Cámara en 46 escaños y los 27 restantes se repartirán entre las naciones europeas que están desfavorecidas respecto a su peso poblacional.

España y Francia serán las principales beneficiadas en este reparto pues ambas aumentarán en cinco diputados su presencia en la Eurocámara; tres serán para Italia, otros tres para Holanda y dos para Irlanda, mientras que Croacia, Finlandia, Eslovaquia, Estonia, Dinamarca, Suecia, Austria, Polonia y Rumanía recibirán un escaño adicional cada uno.

Además, la citada Comisión había propuesto que otros 27 de los 46 escaños que ahora quedan inhábiles fueran en el futuro elegidos por el conjunto del pueblo europeo a través de listas transnacionales presentadas por los partidos continentales. Con esta propuesta se pretendía establecer una circunscripción europea, hoy inexistente, para que los parlamentarios de las listas paneuropeas fueran elegidos por el demos europeo en su conjunto, lo que supondría una innovación a la hora de generar un debate político continental que podría contribuir a limitar la tendencia a convertir las elecciones europeas en 28 comicios nacionales. En el caso de España, por ejemplo, el votante se encontraría el día de las elecciones con dos papeletas: una con 59 nombres propuestos por los partidos nacionales (recordemos que en las elecciones europeas en nuestro país hay una única circunscripción, de carácter estatal) y otra lista de 27 candidatos de distintas nacionalidades y propuesta por los partidos europeos en los que se integran los primeros (Partido Popular Europeo, Partido de los Socialistas Europeos, Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa, etc.).

Aunque de acuerdo con los Tratados los miembros del actual Parlamento deben ya defender los intereses generales de la Unión y no solamente los del Estado en el que han sido elegidos, la elaboración de estas listas debía reforzar a los partidos europeos, hoy meras coaliciones de fuerzas nacionales, y así lo entendían varios gobiernos de la UE como Francia, Italia, España, Grecia o Malta, que habían dado su apoyo a esta propuesta.

Para establecer esta circunscripción paneuropea en todo caso se debía modificar la ley electoral de la Unión y en esta cuestión se vieron las principales diferencias en el debate entre las distintas familias políticas europeas. Por una parte, y aunque no de una manera única pues hay discrepancias internas, muchos populares se resistían a una modificación a corto plazo y apostaban por una «revisión en profundidad» si se quería establecer este método de voto para los comicios de 2019. Por el contrario, liberales y socialdemócratas eran más propensos a acelerar el proceso de modificación legislativa a las próximas elecciones al Parlamento Europeo.

La innovación, además, incluía una mayor legitimidad democrática a la hora de elegir al presidente de la Comisión Europea. Estas listas transnacionales estarían encabezadas por el candidato a presidir la Comisión por cada familia política, con la obligación de que los candidatos procedan de al menos un tercio de los estados miembros. Así, el Consejo Europeo debía proponer al poder legislativo (la Eurocámara) a uno de los cabezas de lista transnacional en función del resultado electoral y de los apoyos parlamentarios, fórmula conocida como Spitzenkandidaten'

No todos lanzaban las campanas al vuelo ni se entusiasmaban con el refuerzo de la Europa política. El canciller austriaco Sebastian Kurz, hoy aliado con la ultraderecha, y otros parlamentarios conservadores ya habían mostrado su escepticismo. Sin embargo, es de lamentar que esta propuesta haya decaído en el pleno del Parlamento Europeo no solo como resultado del voto contrario de los eurófobos y euroescépticos, sino también por la concurrencia de la Izquierda Unitaria y el Partido Popular Europeo.

Habrá, por tanto, que seguir reclamando la adopción de esta propuesta, que cuenta con el espaldarazo de líderes tan influyentes como Emmanuel Macron, y que supondría un hito importante en la construcción de ese sujeto político transnacional. En un futuro cada vez más global, resulta obligado reforzar la representación política por encima de las cada vez más obsoletas fronteras de los Estados-nación, tanto en el seno de la Unión como en las Naciones Unidas, aun carente de una asamblea parlamentaria. Como dijera Altiero Spinelli, padre del federalismo europeo, «el camino que hay recorrer no es fácil ni seguro, pero debe ser recorrido, y lo será».

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