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El paso de la muerte

IVÁN LLORENTE.

Domingo, 29 de octubre 2017, 00:28

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La presente trata de lo rápido que te puede cambiar la vida. En cuestión de segundos puedes pasar de tenerlo todo, a no tener nada.

Es lunes, 9 de octubre, y recibo una llamada: «Señor siento comunicarle que su mujer ha sido atropellada en un paso de cebra y está siendo trasladada al Hospital San Pedro». Se me encoge el corazón, ¿puede alguien recibir una noticia peor? La respuesta es sí, cuando escucho lo siguiente: «Lamento decirle que su bebé iba con ella y también ha sido atropellado».

Es posible, estimado lector, que por unos u otros medios ya le haya llegado esta noticia, a fin de cuentas vivimos en la era digital y las noticias vuelan. Lo que quizás no sepa es que el atropello se produjo en el paso de cebra que une el barrio de Los Lirios con Logroño. Un paso con gran afluencia de tráfico y peatones, en parte por ser un nudo importante, en parte por la atracción del Centro Comercial Berceo. Lo que puede que tampoco sepa es que es un paso por el que cientos de personas, en gran parte niños, cruzan a diario para dirigirse al colegio Obispo Blanco Nájera, ya que, al no disponer de colegio propio en el barrio, es el más cercano a nuestro vecindario. Quizás desconozca que este paso de cebra es un punto negro en el que ya han fallecido varias personas en los últimos años. De hecho es conocido como «El paso de la muerte».

La pregunta es, estimada alcaldesa de Logroño, Sra. Cuca Gamarra, estimado consejero Sr. Alberto Galiana García: ¿Cuántas personas más han de dejar su vida para que por fin se pongan medios y acabemos de una vez por todas con este despropósito? ¿Cuándo llegará la prometida pasarela para que podamos cruzar con nuestros hijos de forma segura?

¿Cómo puedo explicarle a mi hija de apenas tres años que su madre y su hermano han sido atropellados porque no se han tomado medidas para arreglar algo que es ya una reivindicación histórica si yo mismo no lo entiendo?

Dicen que el tiempo lo cura todo, espero que así sea. Estoy seguro de que las heridas que mi mujer tiene en múltiples partes de su cuerpo sanarán tarde o temprano. Pero lo que ahora parecen sólo unos puntos en su frente, son el memorando que tendrá que ver ante el espejo el resto de su vida, recordándole que, ese lunes negro, vio como un coche arrollaba a su bebé, que se le escapaba como agua entre las manos, que pudo perder a su ser más querido.

Una pasarela nunca le hará olvidar lo sucedido, pero evitará que ninguna madre más tenga que pasar por este infierno.

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