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LUIS MIGUEL RIOJA VÁZQUEZ
Miércoles, 3 de enero 2018, 23:40
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Desde hace mucho tiempo, Madrid actúa como un imán que atrae tanto a personas cómo capitales del resto de España ya que a las ventajas que ya de por sí representan el ser un punto de intersección de las principales rutas de España, ser un centro de distribución comercial perfecto, añade también la ventaja de albergar a los ministerios y las sedes de la mayoría de las multinacionales. Y a todo ello hay que añadir la más desequilibrante de todas las ventajas, la de ser un oasis fiscal (IRPF, Patrimonio y Sucesiones).
Todo esto tiene unas consecuencias claras. Los últimos del saldo neto entre entradas y salidas de empresas en 2016 lo reflejan. Mientras la mayoría de comunidades presenta un saldo negativo, Madrid ofrece un saldo a favor de 424 empresas. Y lo mismo referido a la tasa de variación anual de pedidos de la industria. Ello se traduce en una mayor capacidad para ofrecer oportunidades de trabajo y consecuentemente generar un efecto migratorio de jóvenes: mientras el municipio madrileño de Móstoles en los años sesenta tenía una población de 6.000 habitantes y Logroño tenía 60.000, hoy Móstoles tiene censados 205. 000 frente a los 150.000 de Logroño. Que cada uno saque sus conclusiones.
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