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Juan XXIII, el Papa bueno

MANUEL ZAGUIRRE

Domingo, 15 de abril 2018, 00:47

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Confieso que esa noche me quedé enganchado a la tele de los obispos. Echaban «Juan XXII, el Papa de la paz», una de esas películas que te atrapan aunque las hayas visto antes varias veces. Como buen agnóstico, creí y sigo creyendo en el Papa Roncalli, el Papa bueno, el Papa de los trabajadores y los pobres, el Papa de la Paz ... más de 50 años después de su muerte.

Impresionante la interpretación, y el parecido, del veterano actor Edward Asner con Juan XXIII, que le da a la película una gran verosimilitud, unida al gran rigor histórico con el que está construido el guión.

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Apasionante y emocionante la figura y la trayectoria de este Papa inolvidable. Su odisea de apertura y renovación de la Iglesia, su ecumenismo, su pasión por el diálogo con los distintos, su rechazo de la «guerra fría», su apuesta sincera y apasionada por la paz en un mundo ya entonces amenazado de extinción por el enfrentamiento nuclear de las dos grandes superpotencias, su preferencia por los más humildes... y todo ello frente a una curia ampliamente hostil y reaccionaria, frente a la cual esgrimía las armas de su inmenso sentido común y su inmensa bondad, su infinita paciencia y la inteligencia natural propia de la gente campesina humilde... como él.

Especial emoción al recorrer los grandes hitos del papado de Juan XXIII: el Concilio Vaticano II, un auténtico terremoto en la conciencia moral de la Iglesia, su intervención en la crisis de los misiles que a punto estuvo de provocar una guerra entre los USA y la URSS, su apertura al mundo comunista con la recepción a una hija del líder de la Unión Soviética, el abrazo al primado anglicano tras cuatro siglos de cisma, odio e incomunicación entre cristianos ...

Intensísima la publicación, contra todos los vientos y mareas de la reacción vaticana, y cuando le quedaban apenas unos días de vida, de su encíclica más universal, la 'Pacem in Terris' ... Y la bendición, poco antes de expirar, de su peor detractor en la curia.

Tiempos aquellos que la palabra y la bondad de un hombre, por muy Papa que fuera, podían pesar tanto o más que el dinero y los misiles en beneficio de la humanidad. Qué nostalgia de aquel Papa bueno -aunque el de ahora no está mal tampoco- y de aquel tiempo ...

Gracias a la tele de los obispos por poner una película como ésta, en medio de su propensión a poner filmes irrelevantes, tertulias extremistas y tele-tienda.

cartas@larioja.com

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