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Cuentas pendientes

ROSA HERREROS TORRECILLA

Jueves, 12 de octubre 2017, 00:13

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Así reza el título de la exposición que estos días ofrece en el hotel Marqués de Vallejo el maestro riojano de la pintura Miguel Ángel Ropero, cantero inagotable de formas, espacios y tonalidades, lúcido explorador de la magia de nuestra fantasía y sembrador de prodigios en la tierra desnuda de nuestro subconsciente.

Movimiento hecho ritmo, las estructuras geométricas, los volúmenes, las formas, configuran ambientes cálidos repletos de filtros cósmicos por los que entra y sale la luz aliviando la penumbra, dotándola de brillantes tonalidades y sugerentes claroscuros.

Una mirada a los diferentes espacios de esta singular muestra, conduce a sumergirse en una riquísima serie conceptual, abundante en múltiples referencias, donde se invita al espectador a crear y a recrearse disfrutando de todo un mundo de connotaciones claves de la sensibilidad creativa.

Ropero deja entrever una nutrida y variopinta gama de sus facetas menos ortodoxas, mediante su intrusión en el espectacular mundo de los grandes maestros de la pintura. Vermeer o Goya conviven en armonioso contraste con la modernidad del trazado geométrico o con las composiciones espaciales limpias y claras tan presentes en la obra de Edward Hopper.

Y en homenaje a la sensibilidad entrañablemente transgresora del músico y cineasta Woody Allen, crítico implacable de la sociedad burguesa neoyorquina, los músicos de Ropero, desheredados de la tierra y perroflautas llenos de ternura, nos seducen con su música lúdica y festiva, combinación incoherente de sonidos y silencios, que fluye imperceptible dejando sentir su hechizo envolvente, penetrando nuestros sentidos y suscitando nuestras emociones.

Sus criaturas pertenecen a un nutrido contexto, pleno de vida y en constante metamorfosis, que nos acerca al fascinante universo de la farándula latente en aquellas singulares compañías de teatro de carácter cómico y condición precaria: los cómicos de la legua o la comedia de arte.

Las diferentes escenas que conforman la muestra, cargadas de simbolismo, nos tientan, despiertan nuestra curiosidad y nos absorben porque prometen maravillas y secretos escondidos en lugares arcanos a los que unas enigmáticas escaleras nos conducirán, si así lo deseamos, para comprobar que el mundo de la bohemia, a pesar de las cuentas pendientes, coexiste en perfecto equilibrio con el reino de la libertad.

Enhorabuena a Miguel Ángel Ropero por deleitarnos, una vez más, con su constante y excelente actividad creativa.

cartas@larioja.com

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