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¿A quién quieres entregar tu vida?

JOSÉ ANTONIO BARRIOS GÓMEZ - RECTOR DEL SEMINARIO DE LOGROÑO

Domingo, 26 de marzo 2017, 00:10

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Así reza el lema del Día del Seminario 2017 en nuestra diócesis. No es una pregunta cualquiera, D. Carlos, nuestro obispo, con frecuencia se la cuestiona a jóvenes y adultos. Esa es la razón por la que hemos querido que sirva también para nuestra fiesta, 19 de marzo, día de San José, patrón de todos los seminarios.

No es fácil entregar la vida, o quizá entregarla del todo. Vivir a medias, ir tirando, andar en ocasiones entre la niebla o la oscuridad supone vivir tristes, caminar cansados. La desilusión viene en ocasiones por la decepción. La decepción de haber entregado la vida a alguien o a algo, que a la postre no ha merecido la pena, que no dio sus frutos. Y puede ser un trabajo, una persona en la que habíamos puesto nuestra esperanza y nos ha defraudado. Por eso es tan importante la amistad en la vida, con ella uno lo tiene todo y sin ella todo te falta. Y para muchos de nosotros esa amistad viene y procede de un tal Jesús de Nazaret.

Muchos jóvenes tienen miedo a esas «amistades peligrosas» en las que el Otro, les puede exigir la vida, es decir, te puede pedir que le sigas, sin condiciones, sin miedos. Y como ya no está de moda darlo todo y menos para toda la vida, entonces viene la desconfianza. Desgastarse como una vela, poco a poco cuesta, pero uno ilumina. ¡Qué tontos somos las personas que nos fiamos de nuestros miedos e inseguridades! Y no sólo tener ese miedo a que te llame al sacerdocio, también a la vida consagrada, al matrimonio o a la profesional, por eso hay hoy en día tanta indecisión de nuestros adolescentes a la hora de decidir qué hacer en la vida. San Juan Pablo II pasó gran parte de su pontificado animando a niños y jóvenes a que no tuvieran miedo de seguir a Cristo.

Hace unos años, un numeroso grupo de sacerdotes riojanos sentimos la presencia de Cristo para seguirle y darnos a Él. En el Seminario fuimos discerniendo con nuestros formadores que aquella llamada era auténtica y que nos había elegido para darnos en las parroquias, los enfermos, los pobres y tristes. Descubrimos que aquella vocación era un regalo, tan grande como la del matrimonio, o la vida consagrada o profesional, pero un regalo especial. Aquel mismo Cristo sigue llamando y eligiendo hoy en día como hace dos mil años, y pide a hombres y mujeres que dediquen su vida a Él. Si tú también te sientes llamado, elegida, no tengas miedo, da un paso adelante y vente con nosotros.

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