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Estibadores, Banco de España y lucha de clases

JUAN CARLOS MARTÍNEZ-PORTILLO

Domingo, 26 de febrero 2017, 00:01

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Pocos conceptos habrán intentado ser más refutados que el de lucha de clases. «Eppur si muove», que diría aquél. Y si no, atengámonos a las declaraciones del gobernador del Banco de España, Luis María Linde, que deben ser aplaudidas no por su contenido sino por su sinceridad.

¿Y cuál es el resumen de las mismas? Pues que trabajadores y trabajadoras caminemos, literalmente, del empleo a la tumba, que eso de pasar los últimos años de nuestra vida descansando y disfrutando es una irresponsabilidad, y que se debe retraer durante toda la vida laboral de una persona una parte de sus (menguantes) salarios para depositarlos en planes de pensiones privados. En román paladino: que la empresa X especule y se lucre con otra parte de mi salario.

Otro ejemplo de la inexistente lucha de clases lo constituye la ofensiva ideológica impuesta contra los nuevos malos de la película: si anteayer eran los controladores aéreos, hoy lo son esa banda de pedigüeños insolidarios de los estibadores.

Prietas las filas del capital: la patronal que les acusa de privilegiados; tertulianos y plumíferos a sueldo que los identifican prácticamente como una banda de extorsionadores y, lo más lamentable y triste (porque la reacción de patronal y medios de comunicación es la esperada), humildes currelas que, tan miopes como cobardes, se suman a coro a esta diarrea argumental y son incapaces de asumir que el problema real no está en los salarios de los estibadores, sino en el hecho de que sus propios salarios son una basura, pero no tienen los arrestos para enfrentarse a los responsables económicos y políticos de su situación.

¿Se acuerdan del fragmento de 'El nombre de la rosa' cuando los orondos abades vierten sus generosas limosnas por un terraplén en forma de comida podrida, y encima la chusma tiene la obligación de estar agradecida? Pues al tiempo.

En mi opinión, las declaraciones del señor Linde constituyen no sólo un insulto sino una declaración de guerra, pero al respecto considero cortés reflexionar con su misma honestidad: no debiera haber ningún problema con el ejercicio de la guerra de clases, cualesquiera que sea la forma o grado de crudeza que ésta adopte. ¿Lo único? Que cada cual se asegure de no perderla.

cartas@larioja.com

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