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De ratones y hombres

J.M. GÓMEZ DE SEGURA

Sábado, 10 de diciembre 2016, 23:53

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Días de pérdidas para el comunismo. Horas después de Marcos Ana, nos deja Fidel Castro, un icono político del siglo XX, ratón barbudo, rebelde, corajudo, que se enfrentó al elefante del capitalismo. Fidel ha visto pasar a once presidentes de los Estados Unidos, quienes le declararon, todos ellos, como enemigo a exterminar. Sin embargo, ha muerto en la cama, de viejo, cumplidos los 90 años.

En Miami, la emigración cubana festeja su muerte descorchando botellas de champagne. En Cuba, multitudes le lloran en silencio, aturdidas, no acertando a explicarse un mundo sin el Comandante. Yo nunca me sentí identificado con el régimen castrista. Sus sombras, muy negras y odiosas, desvirtuaban el efecto luminoso de una mayor justicia e igualdad entre los hombres. Por edad, además, llegue tarde a la fascinación de su triunfo revolucionario, a la exaltación del Che entre los jóvenes del siglo pasado.

Entre Fidel y Marcos, entre un poder comunista y el comunismo derrotado, entre el pragmatismo del guerrillero y los sueños del poeta, me quedo con la dignidad íntima y solitaria del preso que aguanta los golpes, me quedo con esos versos escritos sobre papel higiénico de una belleza humilde y clandestina, con esa mirada clara en donde se reflejaban la utopía y la libertad. Otro ratón indomable que nadie pudo atrapar. También murió de viejo.

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