Borrar

¡Arriba Egpaña!

RICARDO ROMANOS

Domingo, 4 de marzo 2018, 23:44

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Pues resulta que está un ensimismado setentón sentado en un banco, tomando el invernal solecillo y viendo pasar la vidilla, cuando se le acercan unos jóvenes mediáticos pertrechados con sus microfonillos y sus camarillas. Plano medio del hombre que arruga el ceño y tuerce el morro al verse retratado, pillado en su placidez. Se escucha la voz del microfonista: «Buenos días, ¿qué opina usted, caballero, sobre el himno que se ha marcado Marta Sánchez?». Y el hombre, un venerable patriota de los de verdad, larga: «A mí qué coño me importa esa mierda, yo lo que quiero es que este país funcione de una puta vez». Entre tanto, a millones de años luz de esta escena, de esta posición de combate, nuestra patriótica derecha suiza, la de ¡que os jodan!, la de los recortes, la de los más de 900 patrióticos imputados y la que te rondaré, morena; la de las pensiones miserables, la del milagro económico suizo, la de un desahucio cada ocho minutos, o sea, ésa, se derretía en babosos parabienes hacia la patriótica y valiente artista, otrora residente fiscal en Miami. Naturalmente, a la otra derecha, la juvenil, la nueva, la moderna, la que un día nace socialdemócrata y al siguiente neoliberal y al siguiente liberaldemócrata y al siguiente social-liberal, también se le arrebolaron de emoción los papos patrióticos, esos entusiasmos de la faltriquera electoralista, y todos tan contentos. Sobre todo, el gentío con su chufla, su mofa, su rechifla y su befa: en la Red, en la calle, ha habido una explosión de espontáneos cantautores, honra y prez de la Patria española, que han metido una sarcástica zambomba que da gusto. Entre los miles, el de los Baba de aquí: todo un castañazo. Y el gastronómico del Latre para no perdérselo: al menos abre el apetito nacional de los pobres. Ay, el sanchopancesco gentío, cómo somos con los cánticos de sirenas. Sí, lo reconozco: me ocurre como al hombre del banco, como a la vulgar muchedumbre, como a los Baba. Por ello, me explico muy bien cómo una letra escrita por una niña de parvulario puede levantar las patrióticas alas del hígado del personal nacionalsindicalista. Soy persona de ninguna fe, creo a pies juntillas que debajo de himnos y banderas existe una extensa y yerma planicie donde enflorecen los tontos de capirote, como muy bien venimos observando en la República Democrática de Puigdemont y resto del show celtibérico. Por Dios, qué empeño en ponerle letras sinsorgas a una música que suena bien mientras no nos la quieran meter por los oídos de la idea o por los sietes del bolsillo, que es por donde por regla capitán general pretenden hacernos bailar el vals de las olas idiotas. Que se la cante doña Marta a la momia de Franco, tan hímnico él, tan patriota, que para cuando terminó de embadurnar de sangre este país ya era multimillonario. Ah, y hablando de himnos me han gustado mucho los que les han entonado al Gobierno en sus manifas los jodidos y jodidas jubiletas, con especial dedicación a esa señora ministra que luce un limbo en el peinado. Claro que como los pelos no tienen orejas, no oyen, no escuchan. Total, ¿para qué? Así que la interfecta salió corriendo a la palestra televisiva a contarnos, a cantarnos sus angelicales himnos, y nos aseguró por la gloria de su madre que desde que ella está de ministra las maravillosas pensiones que disfrutamos no han perdido un céntimo de poder adquisitivo. Animado por ella, hago mía la versión de Resistiré, aquella del Dúo Dinámico que El Cigala y Wyoming propusieron como himno de España y olé: «Resistiré, aunque me quiten todo, aguantaré los daños del Gobierno del PP». Búsquenla ustedes en Google, ensáyenla en la ducha y en las próximas elecciones nos citamos, hacemos una pandilla de vejestorios y se la cantamos a don Mariano y a lo que quede de Celtiberia. ¡Arriba Egpaña!

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios