Borrar

RASTREROS EN LA RED

CARMEN NEVOT - ARRANCHAR A SON DE MAR

Martes, 27 de junio 2017, 21:41

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El hombre es miserable y ruin en demasiadas ocasiones. Especialmente aquellos que se esconden en el anonimato y acaban convirtiéndose en seres despreciables, a quienes el dolor del prójimo no sólo no les produce tristeza ni compasión, sino un motivo para el ataque más virulento y repugnante. El último ejemplo de este comportamiento vil y reprobable lo hemos encontrado de nuevo en Twitter y de nuevo tras la muerte de un torero. Iván Fandiño perdió la vida el pasado fin de semana en la plaza de toros de la ciudad francesa de Aire Sur L'Adour y nada más conocerse la trágica muerte del maestro vasco, lo peor de la raza humana salió en tromba y el desprecio por la vida y el odio visceral se colaron en las redes sociales a modo de cruzada de tuits entre aficionados al toreo y antitaurinos.

Un lamentable espectáculo al que desgraciadamente cada vez estamos más acostumbrados. Adrián Hinojosa fue antes. El niño con cáncer, que se convirtió en un ejemplo de ilusión y libertad y que no pudo cumplir su sueño de ser torero, corrió la misma suerte. La muerte no sólo cercenó sus aspiraciones, también encendió la mecha de la ira en Twitter. Los más indeseables se alegraron de su final cuando ¡sólo era un niño de 8 años! al que lo poco que le tocó vivir fue con dolor y, lo peor de todo, con una fecha de caducidad muy corta. A pesar de ello tuvo tiempo de amar y vivir con ganas, pensando en el día que se pondría su traje de luces. Un día que nunca llegará.

La lista de la vergüenza es larga. Con Víctor Barrio ocurrió más de lo mismo hace ahora un año, tiempo más que suficiente para tomar cartas en el asunto y evitar nuevos episodios que hagan que nos cuestionemos lo ruines y miserables que podemos llegar a ser.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios