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Hacerse 'un Corcuera'

El exministro socialista vulnera los códigos partidarios y se hace moderno

JUAN CARLOS VILORIA @J_CVILORIA

Lunes, 5 de junio 2017, 00:09

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José Luis Corcuera ha sido el estereotipo de militante del PSOE. No se puede ser más socialista. Como nació en el pueblo de mi madre en las tierras altas de un angosto valle de la sierra de la Demanda conozco el paño. Su padre (brioso jugador de frontón ,'el Nervios') fue obrero precisamente allí en una pequeña fábrica de boinas, calcetines y bayetas. Y, con los años, José Luis, electricista de profesión, tiró hacia la margen izquierda del Nervión para agitar Altos Hornos de Vizcaya con la UGT y el PSOE de los históricos. Entre ellos 'Lalo', el padre de Patxi López. Ahora va y se tira de la moto a las 24 horas de ganar Pedro Sánchez las primarias. Eso no lo hizo ni Errejón cuando Pablo Iglesias le cortó las alas y condenó a la oscuridad una prometedora carrera en la política. El que fuera poderoso número dos de Podemos se hace ahora videos caseros para sacar cabeza de vez en cuando. Es lo que algunos llaman «luchar desde dentro».

Es una opción. Otra es marcharse a casa, darse de baja, guardar el carnet en el baúl de los recuerdos y pasear con la cabeza bien alta por las calles de Portugalete. Digamos que es la opción coherente y moral. Pero los partidos son otra cosa. Militante viene de militar, de soldado, de ejército, de banda, cofradía, cuadrilla. Eso exige fidelidad, obediencia, acatamiento, subordinación, dependencia. Todo lo contrario de la autonomía individual. Así que la gran paradoja es que un guardián de las esencias del viejo PSOE como Corcuera se baje del barco cuando el nuevo capitán cambia el rumbo. Solamente encuentro una explicación a esta actitud de rebeldía individual, de vulneración de los códigos partidarios, de afirmación de la propia moral. La explicación es que Corcuera con más de 70 palos, se ha hecho moderno.

La modernidad entendida como rechazo a las rígidas estructuras partidarias en favor del activismo como sociedad civil, como ciudadano comprometido con unas ideas pero no con una milicia de obedientes al líder de turno. El gesto de Corcuera expresa uno de los agujeros negros de la política en España: la dictadura de los partidos sobre las instituciones y la propia sociedad civil. Ellos han ido parasitando todos los resortes de poder y concentrando la actividad política. Y han generado una especie de círculo perverso que se apoya en tres patas: maquinaria electoral, financiación creciente para mantenerla y pesebre para alimentar al ejército de militantes. Y, naturalmente, crece el número de siglas que reclaman una parte del pastel. La modernidad exige otra historia. Una historia basada en facilitar el activismo ciudadano desde instituciones no partidarias. Que sean creativas, que busquen ideas renovadoras sin la esclavitud de unas siglas. No sucursales de partidos disfrazados de plataformas o fundaciones. Me dicen que 'Libres e Iguales' no tiene un duro. Un ejemplo de sociedad civil desahuciada.

@J_CVILORIA

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