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EL LIBRO DE RECLAMACIONES

MANUEL ALCÁNTARA

Viernes, 2 de junio 2017, 00:13

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El Gobierno está dispuesto a todo, pero tiene que empezar por partes. Por mucho que se empeñe, no podrá darle alcance e impedir el referéndum secesionista que Puigdemont ha formulado por una de esas cartas que son felices aunque no esperen contestación. Siempre ha habido amor sin correspondencia, pero los desamores son aún más fieles, ya que la lealtad al odio dura siempre entre nosotros. ¿Cómo se puede negociar una consulta si en el consultorio no entramos todos los pacientes y los que aguardan turno? Somos muchos los que creemos que España es un país difícil, pero no imposible. Entre ellos, por desgracia hereditaria, no se encuentra Puigdemont, al que su flequillo no sólo le impide ver la realidad, sino ver tres en un burro, ya que él cabalga en uno de ellos especialmente terco.

Dicen los antropólogos que en el mundo existen diez millones de especies animales diferentes y somos una de ellas. Algunas nos resultan más simpáticas que otras, como las focas, los koalas y los gatos. No hablo de los perros, porque es verdad que ellos pertenecen a la dinastía de los ángeles. Estarán avergonzados de ser los mejores amigos del hombre. Ciertamente, los verdaderos amigos son los que han descubierto en nosotros cualidades que nunca hemos tenido, pero hasta Trump se lleva mal con el papa Francisco. Los dos tenían la cara más larga que el otro en su entrevista vaticana, mientras Draghi, que va a lo suyo, reclamaba a la banca española que bajara los costes y hablara de una corrección abrupta de los bonos, lo que es igual a disponernos a pasarlo todos un poco peor. La llave de la felicidad posiblemente se nos ha perdido, pero hay que seguir buscándola. En algún sitio tiene que estar y quien busca, encuentra. Lo difícil es seguir buscando un día y otro, aunque mañana sea otro día.

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