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EDITORIALES

Un país de pactos

El último sondeo del CIS dibuja un equilibrio parlamentario inestable que obliga al entendimiento entre las fuerzas

PPLL

Martes, 16 de mayo 2017, 23:30

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El CIS publicó ayer su barómetro de abril, que incluye una estimación de resultados electorales. Es conocido que la postura del ciudadano no es necesariamente idéntica en la proximidad de las elecciones que cuando estas no están a la vista, como es el caso, pero tales sondeos son un valioso instrumento de los partidos y de la clase política para orientar su actividad. El PP mantiene su primacía con un 31,5% (-1,5% con respecto al 33% de enero, que fue también el apoyo que tuvo en las últimas elecciones); el PSOE ocupa el segundo lugar con un 19,9% (+1,3%); Unidos Podemos, el tercero con un 19,7% (-2%), y Ciudadanos, el cuarto, con el 14,9% (+2,5%). La novedad con relación a enero es que ahora el PSOE ha sobrepasado a Unidos Podemos. El trabajo de campo de la encuesta se realizó entre el 1 y el 8 de abril, tras la dimisión del presidente del PP en Murcia pero antes del 'caso Lezo' y de la dimisión de Aguirre. Susana Díaz había anunciado ya su presentación a las primarias y, por supuesto, Unidos Podemos había celebrado en febrero su Vistalegre II. Siempre es delicado establecer relaciones entre los resultados de los sondeos y los acontecimientos contiguos, pero de unos y otros elementos parece desprenderse que continúa el desgaste del PP con la proliferación de escándalos; que la opinión pública premia la tarea terapéutica que lleva a cabo Ciudadanos, con su labor depuradora y regeneradora; que el PSOE está estabilizado en el mínimo histórico en el que permanece situado y desde el que aguarda el desenlace de su destructiva querella interna; y que Unidos Podemos sigue perdiendo apoyo popular tras la purga del ala moderada de su organización, que confina definitivamente a este grupo político en la extrema izquierda, vociferante e histriónica pero bien poco eficaz en la tarea parlamentaria. El mapa dibujado por el CIS consolida, en fin, el modelo cuatripartito de las dos últimas elecciones generales, rebaja un poco más la banda de fluctuación del PP, aleja el fantasma de un populismo emergente y capaz de provocar cambios estructurales en el sistema, y mantiene un equilibrio parlamentario inestable con el que nuestros políticos y nuestros partidos tendrán que desenvolverse, exprimiendo los conceptos de negociación y pacto sin los cuales este panorama sería ingobernable.

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