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SIETE HERMANOS

MANUEL ALCÁNTARA

Domingo, 7 de mayo 2017, 00:51

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Los números cabalísticos lo mismo abarcan a los sabios de Grecia que al hijo mayor del expresidente catalán, Jordi Pujol Ferrusola, ahora en la trena, pero ayer no más era el que aseguraba ante los jueces que jamás se reunían para hablar del patrimonio. Eso corrió a cuenta del abuelito, que no es que fuera un rata, pero se asemejaba a ellas, sobre todo en el arte de esconderse. Es lo que tiene el mágico guarismo. Todo lo tapa hasta que el fiscal jefe de Anticorrupción vea claro lo que esconde y decida investigar a los fiscales del 3% y los números que no sean de circo, sino de cárcel. Ahora se indaga si alguno de sus subordinados presionó a un imputado para obstruir la acción de la Justicia, que tiene los ojos vendados, pero su vista alcanza a lo que hicieron los de la banda Pujol en Andorra. «En billetes de 500 abultan poco 900.000 euros», ha confesado en un alarde de sinceridad Jordi Pujol hijo, conocido como Junior, antes de que en la cárcel, donde cada uno tiene un mote, le pusieran un alias definitivo.

Lo que ahora es una cochambre será en el futuro una película. El primogénito, que acaba de llegar a la cárcel de Soto del Real, es el primer Pujol que ingresa con todos los deshonores en la prisión, no sin quitarle sitio a otros que tienen muy parecidos méritos. Todos dicen que la fortuna provenía del legado del abuelo Florenci, pero los que trepan por las ramas del árbol genealógico aseguran que aquel señor era un honrado palurdo que jamás vio tanto dinero junto. ¿Cómo sería el abuelo Florenci? Hay antepasados que se utilizan para hacerles una mala pasada, ya que no pueden protestar ni pedir dinero. Creo que fue san Juan Crisóstomo, no me hagan mucho caso porque no es uno de mis favoritos, el que dijo eso de «rico, o ladrón o hijo de ladrón», pero tampoco es verdad. En todo hay excepciones.

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