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A veces un libro

MARÍA BENGOA

Domingo, 30 de abril 2017, 00:18

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Aveces un libro te consuela de una decepción, de un dolor antiguo, te recuerda que la vida no espera y te empuja a salir a la calle a saludar la primavera: los cuentos de Katherine Mansfield. A veces, protagonizar una obra de teatro leído en la infancia, te permite intuir muy joven el poder de la literatura, cuando -sin saber muy bien cómo- las niñas empiezan a llamarte Amal en el patio del colegio y apenas conoces a Rabindranath Tagore y su 'Cartero del rey'. A veces un poema dice exactamente lo que estabas sintiendo. Alguien ha ordenado unos versos robándote el aliento y te regala en palabras la parte de su alma que rima en asonancia exacta con la tuya. «Con pulso firme escribo:/ he amado/ esperando/ que no me tiemble el presente/ que el futuro me perdone»: 'Pretérito perfecto' de Itziar Minguez Arnáiz. A veces un cuento maravilloso que has leído muchas veces tiene la letra grande y te permite compartir con tu madre, que nunca ha sido lectora, la experiencia inefable de leer por sus ojos. Y es otro cuento: 'Un alma de Dios', de Gustave Flaubert.

A veces una frase tiene el enunciado preciso de tu pensamiento. Y la acaricias, subrayas y reescribes hasta que su forma encuentra en tu memoria el lugar secreto donde la soñaste: «La madurez es haber recuperado aquella seriedad que de niños teníamos al jugar». Friederich Nietzsche. A veces un ensayo dice exactamente lo que creías haber pensado antes de leerlo, ordena tus argumentos sin esfuerzo. Y quisieras abrazar a ese escritor que te simplifica tanto el trabajo de pensar al regalarte la ilusión de su inteligencia: 'La resistencia íntima', de Josep María Esquirol. A veces un libro danza por la casa perdido de la mesilla de noche a la mesita del sofá, del sofá a la mesilla y al rincón de los libros olvidados, hasta que de repente, un día, se tropieza contigo por una página abierta y te llama a gritos. Lo lees y no puedes comprender cómo lo has ignorado tanto tiempo.

A veces la biografía de tu escritor preferido te hace salir corriendo a buscar las novelas que creías conocer bien porque alguna pista te obliga a explorar su lectura desde otra perspectiva: 'Roth desencadenado', de Claudia Roth Pierpont.

A veces una escritora escribe un solo libro en toda su vida. Pero en él da vida a un padre, Atticus, que se convierte en el referente moral que cualquier adolescente hubiera deseado tener: Harper Lee. 'Matar un ruiseñor'.

A veces un escritor generoso y grande te deja entrar en sus ficciones, enredar un poco en ellas, dibujar un mapa de su escenario preferido, el árbol genealógico de los personajes que le habitan. Y te regala parte de su tesoro para siempre, para siempre.

A veces un genio, de esos que no tienen obras menores, te habla de la muerte tan en primera persona como la propia muerte te había hablado ya. Recuerdas, sabes: eres mortal. Y poco importa que el mundo se obstine en distraerte, ya no podrás olvidarlo: 'La muerte de Ivan Illich' de Lev Tolstoi.

A veces un libro se va al cine y se olvida de volver. Holly, su encantadora protagonista, llamada en realidad Lulamae, cuya enigmática tarjeta de visita colocada en el buzón dice 'De viaje', adquiere el porte, la elegante presencia de Audrey Hepburn y se queda en su imagen para siempre: 'Desayuno en Tiffany's', de Truman Capote.

A veces una escritora te recuerda desde su nombre de hombre lo difícil que tuvo que ser para ella escribir una obra maestra que aún no ocupa el lugar que merece: 'Middelmarch', de George Eliot. A veces una autora te hace entender que entre el siglo XVIII y tú apenas hay distancia. Con la brisa poderosa de su talento barre el tiempo en unas páginas y fortalece tu personalidad con unas heroínas que podrían ser tus hermanas: Jane Austen.

A veces un ensayo es tan adecuado para alguien que sería enormemente egoísta no regalárselo con cualquier pretexto: 'El Segundo sexo', de Simone de Beauvoir. Otras veces, un librito que te regalaron te recuerda en cada página a ese ser querido que pensó en ti para compartir esa lectura: 'La comedia humana', de William de Saroyan.

A veces una novela se derrama sobre un pueblo como una máquina de descifrar heridas, suelta su herramienta suprema de emociones -que es la esencia misma de la literatura-, y cae como una bomba, con una capacidad insólita de dinamitar el silencio de décadas, de disolverlo. Y todos hablan a través de ella. El escritor ha hecho su trabajo. Más que un libro parece un milagro: 'Patria', de Fernando Aramburu.

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