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Atrapados en el tiempo

Si tienes un coche diésel de más de diez años ya te miran como a un peligroso contaminador

JUAN CARLOS VILORIA @J_CVILORIA

Lunes, 10 de abril 2017, 00:49

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Con frecuencia me hago una pregunta: ¿Las televisiones dedican tanto espacio a la información sobre el tiempo porque los espectadores cada vez demandan más y más, o son las cadenas las que generan interminables programas de meteorología para atrapar a las audiencias? El hecho es que los informativos se alargan con inacabables mapas, fotos, temperaturas, pronósticos, jardinería de la estación, o frutería de temporada. Repiten una y otra vez el mantra de mínimos y máximos, envían a una pobre redactora al último puerto de montaña para rodar unos planos con nieve o compran vídeos domésticos con tal de demostrar que una pequeña inundación de garajes ha confirmado las anunciadas riadas. Es absolutamente agotador. Y sobre todo fútil. Pero funciona.

Si me dieran a elegir, yo optaría por que me pasasen en silencio los mapas y las fotos del satélite para hacer mis propias previsiones. Solo música de fondo y las diapositivas que reciben todos los medios suscritos a MeteoSat. Que alivio. La paradoja es que el hombre de la calle encelado como está por esta asfixiante catarata de datos meteorológicos, señales del satélite y borrascas en lucha con anticiclones cada vez pide más pronósticos a largo plazo. Pensará, con razón, si los 'científicos' son capaces de saber cuánto subirá el nivel de los mares dentro de cincuenta años, ¿no estará tirado predecir lluvia o sol la primera semana de mis vacaciones?

Por lo visto es posible hacer un cálculo que pronostique con exactitud cuándo desaparecerá Marbella por la subida del nivel de los mares como consecuencia del deshielo de la Antártida por el calentamiento de la tierra. Sin embargo, ni el más audaz de los presentadores del tiempo en las cadenas se arriesga a ir más allá de diez días en su presagio meteorológico. En este barullo de informaciones cruzadas entre las nevadas de primavera, el 'desplome' de las temperaturas, las alertas, amarillas y naranjas, la desertización de la península, la abeja asiática, el fin de las nieves en el Kilimanjaro, la extinción de las especies, cada mediodía ante la tele se nos ponen los huevos de gallina. Desde 1995 hasta ahora las palabras: catástrofe, alerta, desplome, extinción, se ha multiplicado exponencialmente en los medios informativos.

No se trata de alinearse en los negacionistas de la relación entre la actividad del hombre y el calentamiento de la tierra, pero, un poco de por favor. Se está confundiendo el tiempo con el clima. Ahora, si tienes un diésel de más de diez años de vida, ya te miran como un peligroso contaminador. El clima es la meteorología a lo lago de un tiempo prolongado, y la tierra tiene unos cuatro mil quinientos millones de años así que por mezclar un día el cartón con el orgánico no creo que nos vayamos a cargar el mundo. Algunos dicen que la angustia medioambiental que nos invade no hace mas que proyectar la insatisfacción de la sociedad contemporánea.

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