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LA PLAZUELA PERDIDA

Hacienda, el Gran Hermano

ALONSO CHÁVARRI

Martes, 28 de febrero 2017, 23:49

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Cuando hablo de Gran Hermano, no me refiero a ese absurdo programa de televisión, en el que un grupo de personas se dedica a no hacer nada, ante la mirada lejana de aburridos solitarios y de ingenuos adolescentes, sino al originario Gran Hermano, el que sacó a la luz el escritor George Orwell en su famosa novela . En esa historia futurista, el Gran Hermano vigilaba, por medio de cámaras omnipresentes, la vida de todas las personas, para que nadie se saliera del redil, como luego hicieron los animales de su otra novela . Parece ser, según los estudiosos de Orwell, que ese Gran Hermano era una referencia al comunismo, entonces estalinista, que no dejaba salirse a nadie de las líneas trazadas por el otro gran timonel, Stalin, hombre, como es bien conocido, de personalidad megalómana y de ejecuciones fáciles.

Ahora y aquí, no estamos precisamente en una sociedad comunista, sino todo lo contrario, tenemos un sistema económico que aumenta las desigualdades, como señalan continuamente distintas organizaciones; pero también estamos vigilados, cada vez más, por multitud de cámaras, en los lugares más variopintos, y por satélites varios, no hay más que mirar, por ejemplo, el Google-map; y, por si era poco, nos ha salido un Gran Hermano, dispuesto a vigilar más allá de lo razonable y, según mi criterio, rozando o cruzando el límite impuesto por las sagradas libertades individuales. Me refiero al Ministerio de Hacienda.

Vaya por delante que me parece muy bien -y es su obligación- que Hacienda investigue las declaraciones de la renta de los ciudadanos, para que todos cumplamos por igual con la ley solidaria del pago de impuestos, también los poseedores de SICAV y las grandes corporaciones; no me vale que uno pague el 20%, 30% o 40%, mientras las otras pagan un 10% o lo que sea. Lo que me molesta, porque me parece un atentado contra la libertad individual, es que Hacienda haya ordenado a los bancos que le informen sobre cualquier retirada de efectivo que supere los mil euros -eso me dijeron en un banco-. ¡Qué le importa a Hacienda lo que yo hago con mi dinero! ¡Es que Hacienda quiere enterarse de mi vida privada! ¡Por qué tengo que contarle mis debilidades, en las que gasto dinero! ¡Y si saco cinco mil euros y me los gasto en juergas nocturnas, en juego, en gula o en lujuria! ¡Qué le importa eso a Hacienda! En todo caso, le importaría a mi familia. Lo que tiene que hacer Hacienda es enterarse de dónde proviene mi dinero, si es legal o no, no en qué me lo gasto, pues mi dinero es mío. Y, de paso, debería hacer pagar, como pagamos los demás, a todos aquellos defraudadores que tenían dinero en el extranjero y les regularizaron su situación, pagando un ridículo tanto por ciento, creo que no llegaba al tres por ciento, o sea que les premiaron por tener el dinero fuera de España.

Me extraña que no hayan puesto un pleito a Hacienda por atentar contra las libertades individuales de la persona. Creo que no vale todo. Estamos en un Estado de Derecho, en el que la libertad individual debería ser sagrada. Eso creo.

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