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EDITORIALES

La posverdad de Trump

El presidente de EE UU sigue poniendo a prueba a su país y al resto del mundo con medidas de dudosa legalidad internacional

PPLL

Lunes, 6 de febrero 2017, 23:50

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La orden ejecutiva por la que el presidente estadounidense Donald Trump establece el veto a la entrada en el país a los ciudadanos provenientes de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen ha generado una ola de protestas civiles y de contestación judicial, internacional e incluso empresarial que no ha podido sorprender al nuevo inquilino de la Casa Blanca, empeñado en poner en práctica las promesas y anuncios más polémicos de su campaña electoral en un tiempo record. La Administración Trump y el propio presidente insistieron ayer en que los efectos de la medida no han sido para tanto, señalando que solo 109 personas habían sido retenidas o detenidas en el momento de su llegada a Estados Unidos. Es cierto que no está claro aún el alcance legal y de hecho del veto, tal como indicaron ayer fuentes de la Comisión Europea. Pero resulta más que preocupante que Trump haya dado carta de naturaleza al cierre de fronteras a causa de la nacionalidad de origen, alegando que esos siete países se encuentran en situación de conflicto por la irrupción del terrorismo yihadista. Es indudable que la medida comporta una carga provocadora, de puesta a prueba del país y de la opinión internacional, de ensayo descarnado para ver si puede inaugurarse una nueva era que desdeñe el Derecho Humanitario e introduzca el prejuicio étnico o religioso en el interlineado de una legalidad propia del 'posderecho', de la 'posverdad' . Actuaciones como las que Trump ha ideado generan, por su crudeza, protestas y resistencias. Pero también conllevan efectos vacuna o anestésicos que atenúan la fuerza de la discrepancia ciudadana o política. No será fácil concluir cuál de esos vectores se impone sobre el otro. Hasta qué punto la disconformidad mostrada por grandes empresas radicadas en Estados Unidos pero de dimensiones globales contrapesa el grado de satisfacción que el comportamiento de la Bolsa ha ofrecido a la nueva Administración. O hasta qué punto las posiciones más críticas de los gobiernos europeos se harán sitio en la postura que mantenga la UE como tal. Donald Trump ha demostrado que no rehuye el enfrentamiento ni teme la división, sino todo lo contrario. Es la disposición que ahora ha trasladado al escenario internacional, confiado sin duda en que podrá sortear las reacciones que suscite.

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