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ALMAZUELAS DE BARRO

La mies y los operarios

JULIA CIBRIÁN

Lunes, 23 de enero 2017, 23:51

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Han coincidido estos días el estreno de la película 'Silencio', dramática meditación audiovisual sobre misioneros portugueses en el Japón del siglo XVII, y la denegación de legalidad a una religión que un estrambótico grupo propone como rica-rica. Son dos caras antitéticas de la ansiedad y desconcierto con la que cada ser humano pelea por encontrar el sentido de la vida mientras le llega la muerte.

La película de Scorsese ha sido vista por unos como «una elegante, profunda y dolorosa confesión religiosa entre la razón y la fe» y por otros como «una narración tediosa... todo monotonía y tiempos muertos». Basada en una novela de Shusaku Endo, japonés y católico, detalla la martirización de misioneros y cristianos conversos en unos tiempos difíciles de demonizar o canonizar desde aquí y ahora; cientos de misioneros se mataban por llegar a países extraños y trasplantar en sus seguidores una religión que en ocasiones ya tenían. «Los japoneses que le oían hablar, pensaban que nuestro Dios era el dios-sol en el que ellos llevaban creyendo tanto tiempo», medita un personaje de 'Silencio'. El cristianismo se practica en todo el mundo, y en algunas zonas de creencias distintas y muy radicalizadas pervive el martirio.

Los sin papeles de esta historieta, sin armas, sin ansias de sufrir, quieren ser religión, religión formal, con derecho a subvenciones, exenciones, donaciones, lugares de culto, expresión libre y libre acceso a proclamas y arengas. Se llaman pastafaris, su doctrina se nutre de espaguetis con albóndigas, y el Ministerio de Justicia acaba de rechazar por cuarta vez su legalización. No están de acuerdo. Van a recurrir a la Audiencia Nacional como ya hicieron otras religiones minifundistas, como la de la Lacrimología y la del Unicornio Rosa Invisible, sin ir más lejos. El padrenuestro pastafari pide pasta con carne, su dios es el Monstruo del Espagueti Volador, alias Monesvol, y su teología se basa en el buen humor y la ironía. Les han denegado los papeles en 2010 y 2011, por falta de credibilidad; en 2013 por falta de seriedad. y hace un mes por empacho de burla. No quieren burlarse, sólo comparan, hay otros dioses voladores legalizados, como el que creó el mundo en 7 días, resucita a los muertos, preña a las vírgenes y da voz a las zarzas. Van a seguir y han pedido pela de apoyo y ayuda por medio del cepillo digital: en cinco días ya les han caído más de 1.000 euros.

Es un éxito que les asienta donde dicen querer estar, en equiparar la ridiculez de su religión con la de cualquier otra, en dejar patente el despropósito de la presencia de la religión fuera de la vida privada. Llegaron de Estados Unidos, tiene sedes desde Holanda a Nueva Zelanda y más de 25.000 fans en Facebook.

La mies es mucha y los operarios pocos, aseguraba otra película de misioneros, española, de 1948, dirigida por Sáenz de Heredia. La mies era un latifundio y cada vez hay más operarios que reparcelan minifundios al gusto. Católicos, judíos, musulmanes, ortodoxos, budistas, más una multitud de congregaciones religiosas de pleno derecho: odinistas, sijes, druidas, la Congregación del Olivo, la Iglesia Cátara, la Fuente de Luz Universal, Wicca y su Libro de Las Sombras, La Cienciología de Tom Cruise, el Centro Espirita Beneficiente União do Vegetal, que celebra con té de ayahuasca. Y de Japón, como regalo de vuelta, ha llegado la Iglesia Tenrikyo, para la que el cuerpo es un préstamo del Dios Oyagami y hay que sacarle partido.

La pluralidad de religiones en España contabiliza casi 17.000 entidades religiosas. Si siente que alguna le llama, y está inseminado, como todos, del flujo de la información instantánea, busque el muestrario en San Google Sin Fronteras y consiga una santidad personalizada, talla única, artesanal, hecha a medida, a mano, como un guante.

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