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Puigdemont evita aclarar si volverá para ser investido

Puigdemont evita aclarar si volverá para ser investido

El líder de Junts per Catalunya sólo asegura desde Bruselas que «el presidente de la Generalitat» hará el próximo discurso de fin de año desde la plaza Sant Jaume

PAULA DE LAS HERAS

MADRID.

Domingo, 31 de diciembre 2017, 00:38

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«De aquí a un año, el discurso del presidente de la Generalitat se hará, como no puede ser de otra manera, dese el Palacio de la Generalitat». Esa fue la única promesa firme del destitiuido Carles Puigdemont en el que pretendía ser el tradicional mensaje de fin de año de todo jefe del gobierno catalán. Pero tampoco quiere decir mucho. Ni siquiera dio por hecho que vaya a ser él quien lo pronuncie, a pesar de que los suyos se esmeran en defender que no cabe otra posibilidad.

La negociación entre Junts per Catalunya y Esquerra para la constitución de la Mesa del Parlamento autonómico y el futuro ejecutivo está encallada y, a pesar de que el tiempo apremia -Mariano Rajoy fijó el viernes el día 17 como fecha para la primera sesión de la Cámara- ambas fuerzas han decidido tomarse unos días a la espera de que puedan despejarse algunas incógnitas; por ejemplo, la de si el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena dejará en libertad a Oriol Junqueras después de volverle a tomar declaración el próximo jueves.

El tira y afloja verbal, sin embargo, continúa. La jefa de campaña del expresident, Elsa Artadi, lanzó ayer mismo un dardo a quienes en Esquerra confían en que las dificultades de Puigdemont para regresar desde Bruselas a España, donde sería detenido de inmediato, puedan allanar el camino a la designación a su jefe de filas que, al fin y al cabo, dicen, es el expresidente del Gobierno que se pretende «restituir».

«Cualquier otra opción (distinta al expresident) -argumentó Artadi- es entrar en el marco mental del 155». La dirigente independentista también argumentó que el reglamento de la Cámara autonómica «da margen» para investir al presidente de la Generalitat «de distintas maneras». Lo cierto es que la norma exige la presencia del candidato en el pleno y, no en vano, Junts per Catalunya plantea modificarla. El problema es que, para eso, necesita tener mayoría en la Mesa y, de nuevo, el hecho de que cinco diputados electos -Puigdemont y otros cuatro exconsejeros- estén huidos de la justicia lo dificulta porque, aunque pueden obtener el acta de parlamentarios, no pueden votar telemáticamente.

Si el expresident volviera sí tendría opciones de ser investido, aunque tanto él, como el resto de los que permanezcan en la cárcel, necesitarían el permiso del juez para acudir al Parlament. Sin embargo, se resiste a aclarar si está dispuesto a pagar el precio de ir a prisión, a pesar de que desde Esquerra ya ha habido quien le ha advertido de que no puede pretender gobernar «por Skype». Lo hizo hace unos días el diputado Gabriel Rufian.

Ambigüedad

En su mensaje figuradamente «institucional», difundido a través de internet, Puigdemont se mostró extremadamente ambiguo tanto en lo que se refiere a ese asunto como en lo que afecta a sus eventuales objetivos de gobierno. El cabeza de lista de JxC defendió que, con las elecciones del 21 de diciembre, «sin violencia ni represión», Cataluña ha demostrado ser un «pueblo democráticamente maduro que se ha ganado el derecho a constituirse en una república de hombres y mujeres libres», pero no fue más allá.

También argumentó que Rajoy está obligado a «reconocer los resultados» y a «negociar políticamente» con el Gobierno «legítimo» de Cataluña, sin embargo fue poco específico tanto en lo que se refiere al qué como en lo que respecta a sus tiempos.

Mientras el secesionismo se acalara, la líder de Ciudadanos observa. Inés Arramidas insistió ayer en que, de momento, no dará un paso adelante para intentar la investidura y, frente a los reproches del PP y PSOE, que le acusan de frustrar a los constitucionalistas, defendió su estrategia de ir trámite a trámite y reclamó «tranquilidad».

Su objetivo principal ahora es conseguir para su grupo, el más votado y más numeroso del Parlamento, la presidencia de la Mesa. «Luego se verá qué hacen los partidos separatistas, porque sus candidatos -recordó- están huidos de la justicia o inhabilitados políticamente para gobernar».

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