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PATRIOTISMO SIN COMPLEJOS

DIEGO CARCEDO

Viernes, 13 de octubre 2017, 00:13

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Durante décadas los españoles hemos escatimado el orgullo nacional sometido al recuerdo doloroso de tres años de guerra civil con centenares de miles de víctimas entre nuestras propias familias. Para ocultarlo, el anterior Régimen cultivó hasta la náusea un patrioterismo cargado de tópicos imperiales cuyo recuerdo, llegada la democracia y conseguida la libertad, deformó el verdadero patriotismo normal entre ciudadanos que comparten ilusiones, objetivos y problemas.

Unas veces divididos aún por las secuelas que dejó el enfrentamiento entre los dos bandos, otras por la represión que todavía se mantuvo durante décadas y otras por la fuerza con que florecieron en la vida democrática los nacionalismos que, argumentando sus peculiaridades, se mostraron resistentes a la unidad que nos haría más fuertes, el patriotismo español flaqueó y hasta se convirtió en motivo de complejos. La prueba fue el escaso respeto que se brindó muchas veces al himno nacional y a la propia bandera.

Ayer bien puede decirse que fue una jornada de excepción que esperemos implique un cambio en esta actitud. La Fiesta Nacional, que muchos se empeñaban y se empeñan en denostar, cobró una brillantez y significación extraordinarias. Nada que envidiar a las que, siempre con orgullo patrio, celebran todos los países democráticos. El desfile de las Fuerzas Armadas fue excelente por su organización y vistosidad y los aplausos unánimes que escucharon las unidades de la Guardia Civil y la Policía, sin precedente.

Tanto en Madrid como en el resto de España, balcones y ventanas exhibían más banderas constitucionales que nunca, infinidad de vehículos las ondeaban en sus antenas y centenares de miles de personas las lucían por las calles, unos envueltos en ellas, otros prendidas en las solapas, establecimientos en sus puertas y jóvenes en sus camisetas o pegadas en las mochilas. Una euforia patriótica así nadie la recordaba y si algo hay que destacar es que en su manifestación popular no mostraba diferencias ni de edad, ni de género, ni lo más significativo, de ideas políticas.

En la recepción que ofrecieron los Reyes, la pluralidad con marcado carácter oficial saltaba a la vista en un ambiente de máxima cordialidad. Entre los dos millares de invitados, desde el presidente del Gobierno y los ministros, varios presidentes autonómicos, la alcaldesa de Madrid y altos cargos de la Administración del Estado, el líder del PSOE junto a la práctica totalidad de los exministros socialistas, encabezados por Felipe González, Rodríguez Zapatero y Alfonso Guerra. Fue el detalle más comentado en los corrillos. Al parecer había sido Felipe González quien les había convocado a escenificar con su asistencia el compromiso del socialismo con la unidad de España, con la Constitución y con el Rey.

La impresión que detecté, escuchando diferentes conversaciones, es que ha sido la actitud de rechazo a España de los líderes soberanistas catalanes lo que estimuló esta demostración de unidad aglutinada por el impacto de la claridad y firmeza con que Felipe VI respondió el día cuatro al reto planteado al Estado. La noticia triste de un día memorable fue la muerte del piloto de uno de los aviones que participaron en el desfile cuando regresaba a la base en Albacete.

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