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ANDER AZPIROZ
Viernes, 17 de noviembre 2017, 00:17
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madrid. Estados Unidos, Holanda, Francia, Reino Unido y, ahora, Cataluña. La sombra de la injerencia de Rusia a través del ciberespacio en unas elecciones de un país occidental sobrevuela los comicios autonómicos del 21 de diciembre.
El CNI ya alertó a la Moncloa a través de dos informes remitidos en octubre y noviembre de que las interferencias de Moscú, sobre todo a través de informaciones «directamente falsas» colocadas en internet, se multiplicaron de forma «exponencial» según se fue agravando la crisis catalana. A lo largo de los últimos días Mariano Rajoy y varios miembros del Gobierno también apuntaron a actividades de apoyo a la independencia orquestadas desde otros países, y en concreto desde «territorio ruso».
La posibilidad de que Rusia esté maniobrando en la red a favor del secesionismo llegó el miércoles al Congreso cuando Albert Rivera instó al presidente a utilizar todos los medios a disposición del Ejecutivo para evitar injerencias extranjeras en las elecciones catalanas. Ayer, el PSOE registró en la Cámara baja una solicitud para que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría dé cuenta ante la Comisión de Secretos Oficiales del alcance de la intromisión. Tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera se sumaron a la petición de que el Gobierno proporcione a los grupos parlamentarios información confidencial si esa amenaza es real.
Algunas de las noticias publicadas en las últimas semanas por medios afines al Gobierno ruso apuntaban que la república catalana contaba con un amplio respaldo entre los miembros de la UE o que el Ejecutivo español estaba determinado a «desatar la violencia» para frenar la declaración de independencia, incluso desplegando los tanques en el centro de Barcelona. Pero ¿por qué el Kremlim podría estar interesado en desestabilizar España? La UE y Rusia son dos bloques enfrentados desde la ampliación de la primera a la Europa del Este en 2004, una enemistad que se ha agudizado a cuenta de la anexión de Crimea y la guerra de Ucrania. Cualquier tensión dentro del club comunitario es positiva para el Kremlin. El objetivo de Moscú, según un reciente informe del Real Instituto Elcano, es «influir en la situación política de otro país, sembrar confusión y proclamar el declive de la democracia liberal».
El Gobierno de Vladimir Putin, sin embargo, rechaza estar detrás de la propaganda. Lo ha hecho, además, de forma airada. Una energía que ya utilizó para negar su intromisión en la campaña electoral estadounidense o en el referéndum sobre el brexit, y ambos casos apuntan a que la injerencia fue real. El Ministerio de Exteriores ruso advirtió ayer de que las relaciones bilaterales, cordiales en los últimos años, podrían verse afectadas por las acusaciones lanzadas desde Madrid. El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, denunció que el Gobierno español trata de disimular su incapacidad para solucionar sus problemas internos.
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