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Un militante enrolla un cartel de Sánchez a las puertas de Ferraz, durante el Comité Federal del 1 de octubre de 2016 que partió al PSOE en dos. :: Susana Vera / Reuters
Un año del 'nuevo PSOE' con poco que celebrar

Un año del 'nuevo PSOE' con poco que celebrar

El impulso electoral logrado tras la victoria de Pedro Sánchez frente a Susana Díaz en mayo de 2017 se ha desvanecido

PAULA DE LAS HERAS

MADRID.

Lunes, 21 de mayo 2018, 00:33

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No habrá celebración en Ferraz por el primer aniversario de la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. Las heridas causadas por la batalla fraticida que culminó el 21 de mayo de 2017 con la derrota de Susana Díaz y los principales barones han dejado de sangrar, pero el socialista dista mucho de ser un partido con la maquinaria bien engrasada. «Queda trabajo por hacer -admite el número tres de la formación, José Luis Ábalos-. Tenemos que intentar implicar a toda la organización en un proyecto común; que se interiorice y se asuma que es un proyecto único y que es imposible departamentarlo territorialmente».

El líder de los socialistas no se ha encontrado en su «segunda vida» como secretario general (el término es suyo) con las dificultades que arrastró durante su primer mandato. Ya nadie le mete palos en las ruedas ni se apresura a poner el grito en el cielo con sus patinazos. No hay ganas de guerra y la prueba está en que, de todas las primarias convocadas hasta el momento para elegir al cabeza de cartel de las próximas autonómicas sólo se celebrarán unas, las de Cantabria. En el resto nadie ha querido competir contra el secretario general de turno. Pero tampoco hay afán por sumar.

El pasado marzo, Sánchez organizó un seminario -'Escuela de Gobierno'- como acto de reconciliación. La apuesta le salió por la culata. Su negativa a apoyar a Elena Valenciano para la presidencia del Grupo de los Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo, unos días antes, provocó el enfado de Alfredo Pérez Rubalcaba, que se negó a participar en el encuentro. También falló Felipe González. Y Susana Díaz. Sí fue José Luis Rodríguez Zapatero. Y también Javier Solana, pero su discurso causó estragos. «No estoy contento con mi partido», dijo.

Las heridas ya no sangran pero tampoco ha sido posible la reconciliación plena de los socialistasEn el partido creen que la ausencia del líder de la oposición en el Congreso favorece a Rivera

Los críticos -con excepción del extremeño Guillermo Fernández Vara, más involucrado en las decisiones de la dirección federal- se han refugiado en sus propias parcelas de poder. Su mensaje es claro: si esta vez las cosas no van bien, Sánchez no podrá culpar a nadie más que a sí mismo. En las últimas semanas, sin embargo, ha empezado a surgir un cierto temor colectivo.

Los primeros comicios en el horizonte tras los del 21 de diciembre en Cataluña, que no arrojaron precisamente un buen resultado para el PSC, serán los de Andalucía, en torno a marzo de 2019. Después vendrán las municipales y autonómicas del 26 de mayo, que coincidirán con las europeas. Las últimas encuestas publicadas no son muy halagüeñas.

Poca visibilidad

Los sondeos miden la expectativa de voto en las generales pero algunos barones temen que la incapacidad del PSOE para sacar cabeza en el ámbito nacional también les pase factura. El último CIS, con datos de abril, causó especial preocupación. No queda nada del 'efecto Sánchez' que llevó al partido a pasar de un 19,9% de porcentaje de voto estimado en abril de 2017, cuando el partido estaba aún en manos de la gestora 'susanista', a un 24,9% en julio, tras el triunfo del madrileño en la contienda en la que prometió no dar cuartel al PP y «resituar al PSOE en la izquierda».

La propia figura del secretario general ha perdido atractivo para sus votantes. Si tras las primarias el 54% decía que Sánchez le inspiraba mucha o bastante confianza, ahora al 60% de quienes lo votaron en las últimas elecciones les despierta poca o ninguna. ¿Qué ha pasado por el camino? No hay una respuesta unánime. Algunos alegan que la crisis catalana ha dejado poco margen para colar en la agenda política temas relevantes que permitan contrastar su modelo con el popular, otros culpan a la política de comunicación del partido. «Hacemos muchas cosas pero es verdad que no logramos la visibilidad deseable», admiten.

En la dirección minimizan el hecho de que sea Ciudadanos quien rentabilice el brutal desgaste del PP, hasta el punto de haberles arrebatado el puesto de alternativa de Gobierno. Alegan que aún no hay tensión electoral y que en cambio sí hay una competición en «la derecha», que centra la atención mediática como en su momento ocurrió como la pugna entre el PSOE y Podemos. Creen que cuando se acerque la cita con las urnas el escenario cambiará.

Es cierto que hay casi un 20% de indecisos y que entre quienes se declaran votantes de formaciones de izquierdas el porcentaje de los que no tiene claro qué haría de haber mañana elecciones es mayo. Sin embargo, no todos en la formación son optimistas respecto a las posibilidades de acabar emergiendo como primera fuerza. «Hemos conseguido que la alternativa a la derecha sea más derecha», se lamenta un veterano diputado. «A mí no me parece tan mal resultado, teniendo en cuenta que estamos desaparecidos», ironiza otro exlíder territorial.

Sánchez ha dedicado los primeros meses del año a recorrer los territorios con las asambleas abiertas sobre pensiones y en las últimas semanas ha viajado a Alemania y al Reino Unido para intentar contrarrestar en al Unión Europea la diplomacia secesionista. «Pero no se entera nadie», apuntan en el grupo parlamentario. «Esta es la cancha de juego y si no estás en la cancha -dicen en alusión al Congreso de los Diputados- no juegas».

El hecho de no tener escaño -lo abandonó para evitar la abstención en la investidura de Rajoy- está pasando factura al líder de la oposición, que ha visto como Albert Rivera le roba el papel en cada sesión de control pese a ser socio del Ejecutivo. La portavoz socialista, Margarita Robles, no cubre el hueco. Algunos se quejan, además, de que a menudo va por libre. Y en la propia dirección admiten que es necesario mejorar la coordianción.

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