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CRISTIAN REINO
BARCELONA.
Viernes, 6 de octubre 2017, 00:53
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Los tiempos han cambiado en el mundo del nacionalismo. Hasta hace bien poco, la CUP, y también ERC, recelaban de sus socios del PDeCAT. Los consideraban los blandos del frente secesionista y estaban siempre con la mosca detrás de la oreja por si les temblaban las piernas y al final acababan bajándose del barco.
Pero a base de ir hacia adelante y de ir pasando pantallas, la antigua CDC se ha ganado el crédito de sus aliados. Primero con el 9-N, luego con el 27-S, con el 1-O y finalmente con el 9-O, el previsible día de la independencia, a expensas de lo que acabe pasando con el pleno (suspendido por el TC).
Fuentes de la CUP consultadas expresan su absoluta confianza en sus socios del PDeCAT. «Vamos todos a una», señalan. «En Junts pel Sí y el PDeCAT nos dicen que irán hasta el final y no tenemos por qué no creerles», señalan desde las filas anticapitalistas, conscientes de que no les interesa airear problemas internos para no perjudicar la fase final del proceso. Esa confianza en realidad es hacia Carles Puigdemont, miembro del PDeCAT, pero cada vez más alejado de su partido. Sectores de la formación soberanista siempre han considerado que el presidente de la Generalitat va por libre, pero esta sensación se ha acentuado a medida que se acerca el momento de la verdad.
Independentista pata negra, el exalcalde de Gerona representa al sector de su partido que va a por todas y que tiene decidido llegar hasta el final. «Puigdemont va lanzado», afirman fuentes parlamentarias. Si ha pedido una mediación, añaden estas mismas fuentes, «no es para buscar un salida» al laberinto en el que se encuentra el proceso soberanista, sino para «negociar los términos de la separación». El texto y el formato del pleno del lunes en el que la CUP defiende que se proclamará la república catalana aún no están consensuados entre Junts pel Sí y los anticapitalistas, pero nadie entre las fuerzas de la oposición duda de que Puigdemont declarará la independencia.
Dentro del partido, comparten sus tesis pesos pesados como Artur Mas, responsable de todo lo que ocurre, porque él inicio el proceso y él designó a dedo al actual presidente de la Generalitat, por su perfil 100% secesionista, además de Joaquim Forn, consejero de Interior, o Jordi Turull, consejero de la Presidencia. A Puigdemont se le acusa de no consultar las decisiones de calado con su partido y de apoyarse en un sanedrín externo a su gobierno, en el que están, entre otros, Junqueras y los dirigentes de la ANC y Ómnium.
En cambio, hay sectores del partido a los que les ha entrado un cierto vértigo ante la posibilidad de que Cataluña salte al precipicio sin salvavidas. El exconsejero de Economía, Andreu Mas Colell, ha verbalizado estos días lo que piensan los dirigentes neoconvergentes menos amigos de echarse al monte. En un artículo en el diario 'Ara', el exconsejero, un dirigente de prestigio y con ascendente ideológico, pidió el lunes a Puigdemont que aplace la declaración de independencia uno o dos años, sin renunciar a ella, con el objetivo de dar tiempo a abrir un proceso negociador. Y le reclamaba además la convocatoria de elecciones catalanas a corto plazo, con carácter plebiscitario, en las que a su entender Junts pel Sí debería volver a presentarse. «Puede que decepcione a alguno si digo que de aquí a un mes Cataluña no será independiente», decía el exconsejero el lunes.
Entre la posición de Mas Colell y una declaración unilateral rebajada, es decir, vinculada a un proceso de mediación y al resultado de unas futuras elecciones, que deberían servir para ratificar la proclamación de la secesión, están amplios sectores del partido. Y es que las dudas recorren la formación desde su nacimiento hace más de un año. Neus Munté, Jordi Baiget, Meritxell Ruiz y Jordi Jané fueron relevados el pasado mes de julio del Gobierno por expresar sus dudas respecto al 1-O. La presidenta de la Diputación de Barcelona, Mercé Conesa, también ha expresado públicamente sus recelos en relación al proceso. Igual que Santi Vila, consejero de Empresa, que admitió recientemente que el independentismo no está haciendo las cosas del todo bien, aunque su lealtad hacia Puigdemont es absoluta.
En medio de todo, la dirección de la formación, integrada por Marta Pascal y David Bonvehí, que dan voz a la nueva hornada de neoconvergentes. Independentistas sin complejos, pero que buscan rearmar al partido y sacarlo de la situación de caída sin freno en la que se encuentra. Con el agravante de que si hay elecciones el PDeCAT sigue sin cabeza de cartel.
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