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La UE cierra filas con Sánchez y confía en su europeísmo en un momento clave

La UE cierra filas con Sánchez y confía en su europeísmo en un momento clave

Bruselas despide a Rajoy, un aliado fiel a los dictados del club, el gran socio de Merkel y uno de los líderes más veteranos del Consejo Europeo

ADOLFO LORENTE CORRESPONSAL

BRUSELAS.

Sábado, 2 de junio 2018, 00:41

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España vuelve al relato de Bruselas, el kilómetro cero. Vuelven las preguntas sobre la cuarta potencia del euro. Vuelve la incertidumbre. ¿Y ahora, qué? Mariano Rajoy ya es pasado, el presente se llama Pedro Sánchez. El futuro... Quién sabe. Todos pasan, pero Bruselas siempre queda, de ahí que sea tan relevante el mensaje que llegue desde el sanedrín del club. Dos versiones. La reacción oficial, mano tendida al nuevo presidente y felicitaciones por doquier mostrándole su confianza e invitándole a trabajar de forma estrecha con la UE desde el minuto cero, como evidencian las cartas enviadas ayer por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y del Consejo, Donald Tusk. A rey muerto, rey puesto.

Por contra, la versión oficiosa, la de verdad, es una mezcla extraña entre inquietud y confianza, según las distintas fuentes consultadas por este periódico. Dudas, porque todo cambio las conlleva y cuando uno duda, siempre es a peor. Pero tranquilidad, porque el PSOE es un partido de Estado, comprometido con Europa.

Y es que hace mucho tiempo que Bruselas dejó de guiarse por el eje izquierda-derecha. Ahora, la barra de medir se basa en el europeísmo. Se va, echan, a Mariano Rajoy, uno de los líderes más veteranos del Consejo Europeo, el órgano integrado por los jefes de Estado y de gobierno de los Veintiocho. Se va, echan, al gran aliado de la canciller alemana, Angela Merkel, en el convulso sur de Europa. Se va, echan, a un político que ha conocido a tres presidentes de la república francesa (Sarkozy, Hollande y Macron) y a cuatro primeros ministros italianos (Monti, Letta, Renzi y Gentiloni). Venían unos, se iban otros, pero él siempre quedaba en su puesto.

Más allá de la eterna Merkel, sólo el holandés Mark Rutte, la lituana Dalia Grybauskaite y el húngaro Viktor Orban pueden equiparse al espíritu de supervivencia del presidente del PP, que llegó a la Moncloa a finales de 2011. En lo europeo, han sido seis años durísimos, agotadores, como consecuencia de la Gran Recesión. En Bruselas, Rajoy ha adoptado siempre una posición europeísta, pactista, pero asumiendo un perfil extremadamente bajo. Nada qué ver con el nervio italiano, la contundencia holandesa o el relato francés.

La confesión de De Guindos

España, por su parte, siempre ha estado ahí, sin hacer mucho ruido, sumándose al consenso y sin dar jamás un puñetazo encima de la mesa. Porque en Bruselas, aunque solo sea por pura estética, a veces hay que darlos. Por ejemplo, para protestar por la infrarrepresentación que el país tenía en los centros de poder de la UE lastrado por el rescate financiero de mediados de 2012.

Hay una fecha clave del periplo comunitario del ya expresidente. Ocurrió el 2 de marzo de 2012, en pleno tsunami de los mercados. En su comparecencia de prensa tras su primera cumbre en Bruselas, anunció que el déficit de ese año sería del 5,8% y no del 4,4% pactado por José Luis Rodríguez Zapatero. «No he consultado a los líderes europeos y a la Comisión se lo contaré en abril. No tengo por qué hacerlo. Es una decisión soberana de España». Error, qué error.

No son chascarrilos de pasillo, son confesiones de todo un exministro de Economía como Luis de Guindos, desde ayer, paradójicamente, vicepresidente del Banco Central Europeo. «En el centro del campo, al presidente Rajoy le hicieron un pase que pretendía ser de gol y que acabó en tarjeta roja. Alguien desde la Moncloa le recomendó que hiciese pública nuestra pretensión de conseguir un déficit del 5,8% del PIB... Estaba claro que al presidente no le habían orientado bien», recuerda en su libro 'La España amenazada'. Desde entonces, Mariano Rajoy juró fidelidad eterna.

El club era esto. El kilómetro cero no es Madrid, se ubica en Bruselas y esto es algo que Pedro Sánchez jamás deberá olvidar.

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