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M. E. ALONSO
Sábado, 24 de junio 2017, 00:41
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MADRID. Ciudadanos se ha roto en la Comunidad Valenciana. Alexis Marí, exportavoz en las Cortes autonómicas, y tres diputados regionales, David de Miguel, Domingo Rojo y Alberto García, anunciaron ayer su paso al grupo de no adscritos y confirmaron su salida del partido de Albert Rivera, al que abocan a su mayor crisis interna hasta ahora. Los cuatro justificaron su decisión por el apoyo naranja a los Presupuestos Generales que discriminan a la Comunidad Valenciana, por el abandono de los principios socialdemócratas, pero también por el funcionamiento interno de la formación liberal, donde existe «un sistema de Gestapo» para controlar las opiniones.
En su adiós de Ciudadanos, Marí denunció que los críticos con Rivera no tiene espacio en el partido, que se les insulta si se atreven a hacerlo, pero lo más grave, arguyó, son las investigaciones y «grabaciones» de unos compañeros contra otros, con capturas clandestinas de agendas personales y ataques en redes sociales.
La ruptura del exportavoz parlamentario y sus afines con la dirección del partido a nivel regional y nacional era total desde hacía meses. Las primeras tensiones saltaron cuando Marí, que comenzó su andadura política en la UPyD de Rosa Díez, pactó con el tripartito del Botánico temas clave como el desbloqueo de la televisión en contra de las directrices marcadas desde Madrid. La situación se agravó cuando el exguardia civil criticó abiertamente el respaldo de su formación a las cuentas públicas para 2017. A partir de ahí el divorcio fue irreversible.
Instalado en la crítica
La dirección de Ciudadanos maniobró para apartar a Marí de la dirección del grupo, y se puso en su lugar a Mari Carmen Sánchez. Desde entonces, el parlamentario, casado con la eurodiputada de Ciudadanos Carolina Punset, ha hecho patente en las redes sociales su enfado contra algunas decisiones de su partido, al que reprocha haberse «entregado al PP» y atacando a la plana mayor de los dirigentes de la formación liberal, incluido Rivera, de quien dijo que se habría tomado una «sobredosis de cola cao» el día en que invitó a los críticos a marcharse.
Tras hacer pública su salida, Ciudadanos exigió a los cuatro díscolos que entregasen sus actas. Su secretario general, José Manuel Villegas, les acusó de ser unos «tránsfugas en toda regla», de pasar por «encima de la ética de la que tanto hablan», y de «robar» escaño y sueldo. Los aludidos se negaron a renunciar al escaño.
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