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R. GORRIARÁN
Domingo, 18 de junio 2017, 00:51
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Aunque se repitieron algunos de los rituales en estas reuniones de partido -sonoros palmoteos de espaldas, besos, fotos con la delegación, con dirigentes y citas («a ver si nos vemos») entre los compromisarios que nunca se cumplen- el 39 Congreso Federal del PSOE resultó distinto. La asamblea concluye hoy, pero en su primera jornada fue hipotensa, sin el menor sobresalto, ninguna incertidumbre y apenas chascarrillos. «Un tostón», admitían unos delegados acostumbrados a cónclaves socialistas de cuchillo entre los dientes.
Aunque fuera del Palacio de Congresos de Madrid el calor era achicharrante, en torno a los 40 grados, el clima dentro era frío. Había como desgana. Por no haber apenas hubo debate en las comisiones que trabajaban las enmiendas a la ponencia, aunque se coló la de la tercera república, y eso que los prolegómenos de las primarias invitaban a pensar que podía haber cruces de pareceres calentitos. Nada. Todos con cara de aquí no ha pasado nada y tan amigos.
El saludo en formato vídeo de Felipe González desde Colombia bajó más la temperatura. Sonó a palabras por compromiso, deseó suerte al personal y ahí os quedáis. Ni citó a Pedro Sánchez. Era un mensaje que podía valer para Sánchez o para el presidente de agrupación local. La entrada de José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba pasó sin pena ni gloria, y cuando fueron citados por el locutor ni se levantaron de sus asientos. Recibieron los aplausos de cortesía, breves y sin abucheos, pese a la mayoría 'sanchista' de los 3.000 que entre delegados, invitados y observadores formaban la parroquia. Todo muy correcto, muy frío.
Solo la intervención del italiano Gianni Pittella, líder de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas del Parlamento europeo, calentó algo los ánimos en el patio de butacas. Pero una vez que acabó todo volvió ser como antes, soso.
Claro que se sabía que no iba a ser un congreso vibrante -«es para aplaudir», comentó la líder del PSE, Idoia Mendia- pero se ha sabido de cónclaves de los de verdad, los de los cardenales, con más salsa. Un espacio, el 'speak corner', destinado para «relajarte, llamar a tu madre, contar chistes» entre otras actividades más estimulantes era un muermo en el que la gente se limitaba a sentarse para resoplar y abanicarse al volver del horno que era la calle.
Con decir que uno de los lugares más entretenidos, por aquello de la novedad, era un puesto informativo de una plataforma «pro agua de grifo» que con unas botellas vacías en el mostrador describía las bondades económicas y sanitarias de beber agua corriente.
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