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Luis Barcenas, ex tesorero del PP.
La pintora que podría sentenciar a Bárcenas declara ante el tribunal

La pintora que podría sentenciar a Bárcenas declara ante el tribunal

Isabel Mackinlay, cuya declaración en 2013 fue clave para encarcelarlo, comparece en el juicio de 'Gürtel' mientras la esposa del extesorero del PP alega dolencia de vértigo para no ir al juicio

Mateo Balín

Miércoles, 24 de mayo 2017, 13:21

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La tarde del 5 de junio de 2013 el 'caso Gürtel' dio un giro radical tras la declaración de una testigo en apariencia insignificante. El entonces juez instructor de la Audiencia Nacional Pablo Ruz había citado a una mujer, pintora de profesión, para intervenir por videoconferencia desde la Embajada de España en Buenos Aires. La artista en cuestión era Isabel Mackinlay, anteriormente apellidada Ardanaz. Nacida en México pero residente en Argentina, su nombre fue usado por Luis Bárcenas para justificar ante el juez la procedencia de 500.000 euros, que había atribuido a la venta de cuatro cuadros en dos operaciones entre 2004 y 2006.

Mackinlay reconoció a Ruz que un tal Edgar Patricio Bell, supuesto testaferro de Bárcenas en sus negocios americanos, le entregó 1.500 dólares por estampar su firma en un contrato simulado de compraventa de obras de arte. A cambio de esta cantidad, la pintora, especializada en la restauración de paños de oro en iglesias, se hizo pasar como marchante de arte intermediaria entre la esposa de Bárcenas, Rosalía Iglesias, que ejerció de supuesta vendedora, y un comprador de identidad desconocida. Esta treta permitió a la mujer del extesorero popular ingresar en su cuenta en una sucursal de Madrid 500.000 euros «en billetes de 500» que, en realidad, pertenecían ya a su marido. Una circunstancia que puso en entredicho el origen del dinero del matrimonio. Bell había contactado con Mackinlay porque su sobrino y el hijo de la pintora coincidían como alumnos en el Liceo Francés de Buenos Aires.

«Patricio me dijo: 'No te preocupes ni de las fechas ni de las gentes; son toda gente que yo conozco...' Y ese fue mi grave error, haber confiado en Patricio Bell», le dijo la artista al juez Ruz. «A la señora Rosalía Iglesias, ¿la conoce?», le inquirió éste. «Nunca, no la he conocido nunca, no la he visto, nada no, absolutamente. No he visto ni los cuadros», replicó la pintora, tajante. La declaración tuvo una inmediata consecuencia procesal. Ruz dictó un auto el 10 de junio siguiente en el que citaba al matrimonio para responder por los delitos de estafa procesal y falsedad en documento mercantil en relación con el supuesto montaje urdido por Bárcenas.

El 27 de junio comparecieron ambos investigados en la Audiencia Nacional y, para sorpresa de muchos, las fiscales reclamaron el ingreso en prisión provisional y sin fianza para Bárcenas y medidas cautelares para Iglesias. Ruz aceptó y el extesorero del PP acabó en la cárcel. La última treta de la pintora le acabó pasando factura. Finalmente, en el juicio del 'caso Gürtel' Bárcenas pasó de puntillas sobre este episodio y su mujer mantuvo que los contratos de compraventa de los cuadros «son ciertos y reales». No es para menos, ya que sobre este indicio incriminatorio pivota buena parte de su suerte judicial en la sentencia. Ahora, el turno es para la pintora. El tribunal le tomará declaración a primera hora de esta tarde como testigo, por videoconferencia desde Argentina. Por su parte, Rosalía Iglesias ha alegado una dolencia en las cervicales que le produce vértigo para no sentarse en el banquillo de los acusados.

Reitera que no reconoce su firma

Mackinley ha reiterado ante el tribunal que su firma con el nombre de casada, Isabel Ardanaz, aparece falsificado en sendos contratos con fecha de 2004 y 2006 con los que la defensa del extesorero del PP y de su esposa trata de justificar el ingreso de 560.000 euros por la operación de compra-venta de determinados cuadros.

La comparecencia ha sido algo complicada por los problemas de sonido derivados de la conexión por videoconferencia con un juzgado de Buenos Aires y ha obligado a repetir hasta en tres ocasiones la llamada a Argentina. Ante las quejas de algunos abogados el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, ha llegado a señalar: "Esto es lo que hay".

La mujer ha dicho que fue engañada por un antiguo amigo llamado Patricio Bel --abogado del también extesorero popular Ángel Sánchís-- quien le pidió "un trabajito" como favor personal. Consistió en firmar dos documentos en los que ella figura como intermediaria en la venta de las obras a cambio de 1.5000 dólares.

Pese a admitir que firmó dos documentos, la mujer no ha reconocido su firma en los contratos que obran en el sumario, que son de los años 2004 y 2006, y ha reiterado que no conoció a Bel hasta 2006, cuando le ayudó con un problema con una "casita" que ella quería recuperar en Argentina tras regresar de Francia, donde se había divorciado. Por esta razón no pudo firmar el papel que se le atribuye en 2004.

"Los papeles que ustedes me mandan jamás los he visto ni los he firmado --ha asegurado la pintora--. Esto es una falsificación de mi firma. Patricio ha abusado de mí con estos señores y no solamente han abusado, me han usado y eso está muy feo".

Mackinley se ha descrito como una pintora que sólo vende los cuadros que realiza, por lo que las operaciones que se le atribuyen en los citados documentos no son reales y jamás recibió los cuadros supuestamente vendidos por los Bárcenas. Al extesorero únicamente le vio en una ocasión en el despacho de Bel y se limitó a tomarse con él un café, mientras que a Rosalía Iglesias ha asegurado no haberla visto "jamás".

El primer "contrato de mediación" es un escrito mecanografiado datado en Madrid el 14 de noviembre de 2004 para la venta de cuatro cuadros que habrían suscrito su mujer y Mackinlay, con firma de Isabel Ardanaz. La mujer asegura que en dicha fecha no estuvo en España ni conocía a Bel.

El segundo, fechado en Madrid el 19 de enero de 2006, constituye un contrato de compra-venta entre ambas por estos mismos cuadros. Mackinlay, que testificó por videoconferencia desde Buenos Aires en 2013, también negó entonces "rotundamente" que su firma fuera la que aparece en esos dos contratos.

Por otro lado, Carmen Luis Cerezo --que estuvo imputada durante parte de la instrucción de esta causa-- ha asegurado que una vez finalizada la relación laboral en Special Events no tuvo ninguna "relación comercial" ni con el 'cabecilla' de la red corrupta, Francisco Correa, ni con el considerado 'número' dos de la misma, Pablo Crespo. "Yo no sabía nada de sus negocios, ni sabía que hacían", ha añadido.

Esta testigo ha insistido en que "creía" que tenía una amistad con Correa, pero que no le contaba nada de lo que se traía entre manos. Es más, ha confirmado que los líderes de la Gürtel le pidieron que abriese a su nombre una caja de seguridad en Caja Madrid y que aceptó por "confianza", por lo que nunca le pidió explicaciones para saber que era "lo que metían".

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